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La sordoceguera - APSA

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igualdad de condiciones que el resto de los miembros del grupo social originario. Esta incapacidad<br />

es percibida como una consonante objetiva, pues esta explicitada sensorialmente y extrapolable a<br />

todas las facetas cotidianas de la existencia del sujeto, al mismo tiempo que permanente, ya que le<br />

acompaña indefectiblemente durante toda su vida. Por tanto, la inmutabilidad del estado<br />

del propio sujeto sordociego, en plasmación real de carencia o tara, y la inmutabilidad del<br />

medio en que este vive, como sociedad española representativa con fuertes rasgos tradicionales, son<br />

constantes, y no modificables desde un punto de vista educativo.<br />

A medida que se produce un incremento de ciertos avances en matería científica,<br />

especialmente médicos, las actitudes sociales, después de una cierta evolución promovida por los<br />

nuevos modelos teoréticos, asumen que no todos los incapacitados se presentan en el mismo<br />

estado. No todos los sordociegos tienen las mismas capacidades, aptitudes, intereses,<br />

motivaciones, etc. En definitiva, el cuadro diagnóstico no confirma el grado de afectación de<br />

individuo, es decir, la funcionalidad de los aprendizajes y su grado de autonomía varían desde un<br />

punto de vista interindividual por lo que la incapacidad acaba por ser objeto de una evaluación<br />

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J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.<br />

cifrada cuantitativamente, denominada “índice de incapacidad o índice de invalidez”.<br />

No obstante, observamos que pese a todo lo expuesto, la sociedad española continua<br />

afianzada en una “especie de obviedad latente” de la diferencia o de la sordocegura, o sea, que de<br />

hecho esta premisa se traduce en mantener al deficiente a distancia, fundamentalmente por temor.<br />

Temor antiguo que se combate de muchas maneras, bien con el aislamiento en instituciones<br />

especiales, bien confinamiento domiciliario que busca la ocultación de la persona diferente, o bien<br />

con el escondite hipócrita de la limosna individual.<br />

Asistimos, de esta manera, a la realización social de la diferencia, y por ende de la<br />

<strong>sordoceguera</strong>. El rasgo especial estigmatizador es explotado como fenómeno de compasión, para que<br />

una vez llevado al seno público, la sociedad se conmueva y en contrapartida de la lisiadura<br />

presentada ofrezca ciertos beneficios compensadores. <strong>La</strong> limosna individual, por consiguiente, hace<br />

que la mendicidad esté considerada como el empleo normal de una persona deficiente y<br />

mediante su uso implícito promueve que se mantenga aislado del desarrollo normal social e incluso<br />

persista en el alejamiento físico del grupo normal.<br />

En un siguiente estadio de evolución sociohistórica, la limosna individual de las ferias, de<br />

las puertas de las iglesias o conventos, o de la llamadas “casa por casa” se organiza por medio de la<br />

“razón” gubernamental. Nos enfrentamos al proceso de institucionalización de la Educación<br />

Especial española. En definitiva, comprobamos que la sociedad de nuestro país y en términos<br />

mayoritarios racionaliza estas ayudas, estructurándolas por medio de entidades creadas o<br />

reconvirtiendo las existentes para tal efecto como hospicios, hospitales, casas de acogida o de<br />

salud, ... ¿Cómo? Aparecen instituciones de beneficiencia que responden a las necesidades vitales<br />

de los deficientes, es decir, habitación, vestido, alimentación, ... para los sordociegos.<br />

Es preciso destacar, que siempre bajo la óptica de este orden de exposición, esto es, lo<br />

verdaderamente preocupante era su ubicación, el lugar donde concentrarlos ya que las condiciones<br />

en cuanto a calidad de vida y obtención de servicios mínimos eran exigüas y deprimentes. Todo este<br />

planteamiento obedecía a un criterio de segregación y por ende de limitación como política estatal<br />

respecto a la “diferencia”. En este sentido, bajo el modo de propuesta explícita para articular más<br />

racionalmente las ayudas estatales pertinentes, implícitamente se buscaba establecer un sistema<br />

institucional cuyo objetivo no era otro que controlarlos como colectivo. De esta forma, todo esto<br />

se agudiza sensiblemente en el caso de los sordociegos, cuya identidad era dividida y fagocitada por<br />

los otros tres grandes grupos próximos sintomáticamente: sordos, ciegos y mentales.<br />

En consecuencia, todo español con deficiencias como la <strong>sordoceguera</strong> siempre será deudor<br />

de la colectividad originaria, de su ciudad, de su villa o de su pueblo o aldea, de sus vecinos, amigos<br />

o familiares y, por tanto, deberá estar sometido a su tutela. Diferencia y autonomía personal son<br />

dos conceptos contradictorios y contrapuestos desde un punto de vista social. En el momento que<br />

un ciudadano presenta una deficiencia, por ejemplo la <strong>sordoceguera</strong>, ésta le incapacita socialmente<br />

para ejercer sus derechos como miembro copartícipe de un Estado común.<br />

Habremos de esperar un paso más en el proceso histórico, hasta que una mayor evolución<br />

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LA SORDOCEGUERA. Tesis Doctoral J. Inmaculada Sánchez Casado.

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