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La sordoceguera - APSA

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movilidad, estimulación visual y/o auditiva,...<br />

- Discrepancias en cuanto a la implementación del 1º NIVEL:<br />

<strong>La</strong>s actividades, en general, a nivel de resonancia favorecían tanto en caso I como en el caso<br />

II que el/a niño/a cambie el objetivo primario de las conductas del yo al mundo externo de personas<br />

y objetos. De ahí que esas actividades de resonancia tienen múltiples propósitos: elicitar la atención<br />

infantil hacia la participación en interacciones con otros, desarrollar una comprensión de sus<br />

acciones y de cómo pueden afectar al entorno y animar a la formación de relaciones positivas con<br />

los demás. 266<br />

<strong>La</strong>s actividades de resonancia son un paralelo, en cuanto a forma y contenido, de las<br />

interacciones tempranas entre niños y adultos (Newson, 1979). Tanto en el sujeto correspondiente<br />

al caso I como al II, en estas interacciones, la persona adulta atrae la atención infantil mediante<br />

movimientos con el/a niño/a y mostrándoles objetos que elicitan su interés. <strong>La</strong> atención y<br />

participación infantil se mantienen mediante la sensibilización de la persona adulta hacia los<br />

intereses del/a niño/a y la capacidad de respuesta a sus acciones. <strong>La</strong> persona adulta o mediador<br />

asumía que el niño es una persona que se comunicaba y por tanto busca más activamente en la<br />

conducta infantil de Raúl indicadores para empezar, mantener o terminar determinadas actividades.<br />

Por contra las interacciones de Reme estaban más constreñidas por la misma lectura de sus<br />

indicaciones, ya que el personal de apoyo también tenía asumido la dificultad de ella misma para<br />

comunicarse con su entorno, y la búsqueda activa por parte de los adultos decrecía con relación al<br />

niñodel caso II.<br />

<strong>La</strong> forma de las interacciones adultos---niños es ”conversacional”. El maestro-tutor, o<br />

cualquier persona adulta hace algo, espera a que el/a niño/a reaccione y luego responde a la acción de<br />

éste/a. Cuando el niño iniciaba una acción, se mantenía el mismo flujo conversacional, pero no<br />

ocurría así con Reme. De ahí lo importante de esa espontaneidad.<br />

266Vg Anexo: Diseño General de elicitación de conductas simbólicas.<br />

- 869 -<br />

J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.<br />

Mediante estas interacciones recíprocas, suponemos que el/a niño/a comienza a entender que<br />

sus acciones generan efectos reproducibles y la persona adulta incrementa su sintonía con el valor<br />

comunicativo de los actos infantiles. En realidad el maestro, o la persona adulta no enseña<br />

conductas comunicativas específicas, sino que responde a las acciones del/a niño/a como si<br />

fueran comunicaciones verdaderas, como dice Tamarit (1990) que sean espontáneas, funcionales y<br />

generalizables. <strong>La</strong> naturaleza comunicativa de esta interacción surge de la respuesta del educador<br />

frente a las acciones infantiles sobre el entorno.<br />

Los niños que se desarrollan como el sujeto del caso II sobre todo parecen tener una<br />

predisposición natural para atender a los acontecimientos ambientales, sobre todo si se ven afectados<br />

por sus acciones. <strong>La</strong> persona adulta, al establecer las interacciones, simplemente capitaliza el interés<br />

infantil. No obstante, los niños con perfil diagnóstico semejante al sujeto del caso I parecen estar<br />

mucho más aislados del entorno. Atraer su atención y animarles a que participen en actividades<br />

requiere una considerable sensibilidad por parte de la persona adulta. El profesional debe determinar<br />

qué elementos del entorno pueden atraer la atención infantil y debe mostrar su disposición para<br />

permitir que la niña dicte el contenido, curso y marcha de las interacciones. Más aún, la<br />

subcategoría representativa que muestra Raúl establece tempranamente la relación de seguridad y<br />

confianza con los adultos que favorece las interacciones y la exploración conjunta. En el curso de<br />

las actividades de resonancia, hay que formar estas relaciones con los niños de más bajo nivel<br />

simbólico como es el caso de Reme.<br />

En este sentido, las actividades de resonancia utilizadas con el primer sujeto de tipo<br />

presimbólico comienzan con intentos, por parte de la persona adulta, de entrar en el mundo infantil<br />

de una forma no-amenazadora. Una manera, es unirse a la niña en uno de sus movimientos o iniciar<br />

con ella un movimiento familiar. Se usan los movimientos familiares porque el objetivo de las<br />

actividades es animarla a emplear sus habilidades motrices como instrumentos para explorar y<br />

responder al entorno, más que adquirir nuevas habilidades motrices. También porque, al ser los<br />

movimientos familiares son menos intrusivos y amenazadores, ofrecen una manera viable de iniciar<br />

la interacción con la niña que de otra manera se resiste a ella, y no tolera.<br />

Ya que el/a niño/a suele darse cuenta de los cambios ambientales que afectan a su cuerpo, en<br />

la mayoría de las actividades de resonancia, el/la y la persona adulta mantienen contacto físico.

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