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La sordoceguera - APSA

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ahí que puedan sentirse “frustrados” como afirma Repetto Talavera (1987). Además la sociedad<br />

mantiene contradicciones culturales ofrecidas al niño, quien no esta capacitado para armonizarlas de<br />

modo consistente, en el sentido de producirle un cúmulo de demandas cuando aún no cuenta con las<br />

funciones simbólicas proporcionadas por el lenguaje, de tal modo que no puede hacer las<br />

discriminaciones adecuadas.135 Figuras como Krumboltz (1966), Thoresen (1960), Jones (1960),<br />

Meyersonn (1952) y Bijou (1965) han caracterizado un conductismo metodológico, con un índice de<br />

conceptos rigurosamente definidos, asi como un lenguaje operacional marcado por la especificación<br />

del aprendizaje y la disposición a establecer un enfoque sistemático o experimental. Sus<br />

contribuciones son innegables para la modificación de muchas conductas que apuntan hacia el límite<br />

de la anormalidad, como por ejemplo el trabajo de Lovaas (1964) empleando refuerzos físicos con<br />

niños autistas.<br />

Por otra parte, aumenta el control de nuevas técnicas o aplicaciones creativas de las ya<br />

existentes, como es el caso de los indicadores fisiológicos (potenciales evocados o tasa de ritmo<br />

cardíaco) y comportamentales (fijación de la mirada, o el chupeteo no-alimentario) de las capacidades<br />

infantiles (Cohen, DeLoache & Stauss, 1979). Ejemplo claro es la pionera investigación de Fantz<br />

(1958, 1961) sobre percepción visual en bebés, o también la del habla infantil (Bower, 1966a y<br />

1966b; Eimas y cols, 1971). Igualmente sobre la memoria (cf. Flavell, Beach y Chinnsky, 1966;<br />

Flavell, Friedrichs y Hoyt, 1970; Brown y Scott, 1971). Sus resultados experimentales provocaron<br />

una ampliación a la etología136.<br />

135M.C. Jones (1960) realizó un experimento basado en la famosa técnica de contra-condicionamiento con<br />

un chico que sentía fobia a los conejos y dado que la satisfacción de hambre y miedo son estados<br />

incompatibles, le fue presentando éste mientras comía. Pero hay que tener en cuenta que esta mezcla de<br />

técnica de desensibilización o contracondicionamiento puede llegar a producir efectos contrarios<br />

especialmente en los niños, es decir que el chico llegue a dejar de comer debido a la ansiedad producida por la<br />

presencia del animal.<br />

136Desde una perspectiva etológica se han abordado temas como el desarrollo social, conducta agresiva y<br />

prosocial, el juego, la intersubjetividad, la expresión de las emociones, los periodos críticos, ... con autores<br />

como Eibi, Eibesfeldt, Bateson, Trevarthen, Blurton Jones o a Hinde,... todos ellos mantienen que ciertos<br />

comportamientos y patrones de desarrollo son producto de aprendizaje por la especie, cuando existe alguna<br />

disarmonía actualizadora se produce la alteración, es decir, el desvío del patrón normal como referente<br />

patológico. Al margen de estos fuertes lazos entre psicoanálisis y etología, la influencia de esta última se<br />

deja sentir a otros muchos investigadores.<br />

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J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.<br />

Cuando John Bowlby toma contacto con la obra de Harlow y Harlow sobre el amor en las<br />

crías de monos, se evidencia, lo que pronto se llamaría el apego como necesidad social primaria;<br />

en este sentido Bretherton ha realizado una extensa exposición sobre sus orígenes (1992). Pero<br />

aparte de los etogramas, la observación natural o de contexto, surgen otros procedimientos como la<br />

de la situación del extraño, empleada por Ainsworth en su investigación sobre el apego en niños de<br />

doce meses, ampliándose con el uso de método microgenético con autores como Condon y Dander,<br />

D. Stern o Kaye,... observando todos ellos interacciones madre-bebé. Asimismo el vídeo, ordenador<br />

o nuevos métodos de análisis de secuencias (Sackett, 1979, 1987) han ayudado a ampliar el área de<br />

actuación.<br />

Sin lugar a dudas, el método de observación se ha perfeccionado con estos avances,<br />

apareciendo nuevas aplicaciones como el muestreo temporal, u otras posibilidades en la recogida,<br />

codificación o análisis de los datos obtenidos para lograr una mayor objetividad en cuantificar<br />

conductas (Bakeman y Gottman, 1989), o fiabilidad ( Mitchell, 1979; Irwin y Bushnell, 1984;<br />

Sarriá y Maciá, 1990). En realidad, las aportaciones realizadas sobre el comportamiento animal, y<br />

específicamente el aspecto social han sido decisivas en este sentido; también los nuevos índices<br />

clásicos de porcentajes, es decir, al de correlación de Pearson, se han unido el de Scott o el índice<br />

kappa de Cohen, que corrige el efecto del azar.<br />

Así pues, a partir de que Flavell (1963) traduce la obra de Piaget al habla inglesa, comienza<br />

unas décadas (60 y 70) de abrumadora investigación. <strong>La</strong> revolución cognitivista de inicios de los 60<br />

provocó, sin duda, en la metodología norteamericana una apertura, lo cual significó investigaciones<br />

en el desarrollo lógico, de nociones, de conceptos, de la memoria, de la moral o de la cognición<br />

social e incluso del lenguaje. De esta manera, al fijar la evolución por periodos y situaciones<br />

infantiles normalizadores, se argumentaba por ende todos los problemas y alteraciones que surgían

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