La sordoceguera - APSA

de comunicación en braille, con fotos, dibujos, ayudados de colores y símbolos concretos, ...
g. Una responsabilidad vivenciada.
En personas con problemas de comunicación, si deseamos crear una base de responsabilidad,
es necesario en primer lugar, dar múltiples oportunidades para que pueda responder o iniciar el acto
motor o comunicativo, que informe o explique sus deseos e ideas.
Una posible forma bastante apropiada desde el principio es la rutina o la estructuración del
día, a fin de ofrecer suficientemente las mismas vivencias o contactos semejantes que puede ocurrir
en la vida de un niño vidente u oyente. Tanto el profesional como la familia pueden crear una
estructura que permita, durante intentos sucesivos a lo largo del día, la posibilidad de comunicación
y enseñanza, ya que el día esta lleno de momentos en los cuales pueden ir unidos aprendizaje y
responsabilidad.
Estas oportunidades en las que se basa su futura independencia son ... el autocuidado, el aseo,
la alimentación, el juego,... todas ellas pueden ser utilizadas como tareas a aprender, búsqueda de
comunicación y responsabilidad de lo realizado .
Para ello es necesario fijar un horario que permita dividir el día en actividades adecuadas a las
capacidades y habilidades del niño sordociego. Este horario al principio se realizará durante un
tiempo más corto. Todas las tareas tendrán su tiempo determinado de duración, desde la hora de
levantarse a la hora de acostarse.
Esto no quiere decir que debe entenderse como un horario rígido para controlar las conductas
del sujeto, la flexibilidad viene guiada por el uso del sentido común; sin embargo hemos de
mencionar que nuestro objetivo es saber cuándo y cómo vamos a ofrecerle la posibilidad de
desarrollar su comunicación, realización de tareas y autonomía.
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J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.
En este nivel el peso de la enseñanza recae sobre los padres o la familia, ya que deben de
procurar que se establezca una relación adecuada y una enseñanza funcional.
Esta estructura implica que las actividades que van a ser reforzadas son aquellas que están
dentro de la vida diaria, o sea de la adaptación a los hábitos sociales, de ahí que cuando se entrenan
específicamente se denominen Programas de H.V.D (habilidades vida diaria). Dicho horario debe
establecerse con tareas que sean agradables o al menos neutrales en un principio para el niño.
También pueden combinarse tareas agradables,... desagradables,... agradables, y así sucesivamente.
Un ejemplo de horario podría ser:
7:00- despertarse y colaborar en quitarse el pijama.
7:15- lavarse o al menos colaborar en ello.
7:30- vestirse o intentarlo.
7:45- ayudar a recoger: guardar la ropa, hacer la cama...
8:00- saludar al resto de la familia y colaborar en poner el desayuno: sentándose en la silla,
cogiendo la servilleta, la cuchara,...
8:15- ayudar a peinarse, lavarse los dientes, echarse colonia,...
8:30- ponerse el abrigo, tomar la cartera, decir adiós...
Es imprescindible acostumbrar al niño sordociego, desde sus comienzos, a solicitar de forma
habitual sus necesidades, la estructura de un horario organiza en parte su vida de igual forma que en
cualquier persona. Tal vez la única diferencia de los programas de estimulación precoz sea ésta, es
decir, lo que se hace de forma normal y natural se sistematiza, cuidando los detalles para que puedan
llegar en “toda su extensión” al individuo. Los padres, y la familia en general deben aprender a
“educar” a su hijo de una manera consciente, aprovechando el continuo cotidiano para establecer los
futuros patrones lingüísticos primero, y sociales después, en su hijo/a sordociego.
Cada actividad dentro del horario permite a los padres centrar al niño/a en tareas que son
funcionales y manipulativas, y que a la vez permiten realizar la expresión de una comunicación
positiva y adaptada. Dentro de cada tarea pueden existir múltiples oportunidades que posibilite para
el sujeto la aceptación de la relación de él mismo y el medio que le circunda.
Durante el día hay varias ocasiones de repetir los mismos signos y el mismo tipo de refuerzo
apoyando la necesidad de comunicación y el respeto a las normas establecidas. La misma
orientación sirve para esos momentos puntuales, procurando que existan continuidad de orden,
lugar y persona.
Todo ello ayuda al niño sordociego a organizar su ritmo vital, adquiriendo unas pautas de