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La sordoceguera - APSA

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del sujeto examinado por medio de inferencias o extrapolaciones.<br />

Creemos que estas carasterísticas han sido ampliamente respetadas por la Escuela de Ginebra<br />

a través de las distintas fases por las que el método ha ido atravesando, que, en definitiva, pueden<br />

responder perfectamente a la noción de escuela comprensiva y diversa, vasto seno dónde poder<br />

investigar todas y cada una de las necesidades de los alumnos, incluidas las específicas derivadas a<br />

consecuencia de la <strong>sordoceguera</strong>. Como es conocido, el método piagetiano ha ido transformándose,<br />

experimentando cambios importantes durante el proceso de construcción de la teoría Genética.<br />

Es este un claro ejemplo de cómo la naturaleza del problema, junto con las derivaciones<br />

lógicas de las hipótesis con pretensiones explicativas de aquél, proporcionan los puntos de<br />

referencia oportunos para la adopción de la metodología pertinente. De esta forma, los tres<br />

momentos por los que ha atravesado el método en Ginebra (Inhelder y Otros, 1975), constituyen, a<br />

su vez, una clara manifestación de las preocupaciones teóricas sucesivas de la Escuela piagetiana.<br />

De esta forma, podemos resumir sus hallazgos en dos subperiodos importantes:<br />

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LA SORDOCEGUERA. Tesis Doctoral J. Inmaculada Sánchez Casado.<br />

* “Los primeros pasos piagetianos” .<br />

También llamada “I época”, pues abarca de 1920 a 1930. Obras como “L a<br />

representación del mundo en el niño” (1926) y “<strong>La</strong> causalidad en el niño” (1927), representan<br />

perfectamente esta primera fase metodológica de Piaget. Se trataba de descubrir los moldes del<br />

pensamiento con los que un niño pequeño interpretaba el mundo físico y de los fenómenos<br />

naturales.<br />

Lo fundamental del método son los interrogantes verbales, y en nuestro caso además<br />

apoyados en la comunicación no-verbal, especialmente la signada, en forma de conversación más o<br />

menos dirigida, es decir un diálogo entre “compañeros de juego”: niño sordociego y experimentador<br />

o terapeuta. “Para explorar los razonamientos de los niños, el experimentador entablaba una<br />

conversación en el curso de la cual se esforzaba por seguir los meandros del pensamiento infantil”<br />

(Inhelder y Otros, 1974, p.41).<br />

Basándonos en la detallada exposición que Piaget (1926) hace de su proceder experimental,<br />

querríamos destacar aquí dos cuestiones fundamentales para la comprensión adecuada del método<br />

clínico en cualquiera de sus formas.<br />

<strong>La</strong> primera se refiere a la necesidad de distinguir con el mayor cuidado entre las respuestas<br />

que corresponden a creencias espontáneas (y desencadenadas), merecedoras de la mayor atención, y<br />

aquellas otras que son fruto del desinterés (no-importaquismo), de la sugestión (respuesta sugeridas)<br />

o de la fabulación. No es este el momento adecuado de describir cada uno de los tipos posibles de<br />

respuestas. Baste retener la idea de que sólo las espontáneas (y las desencadenadas en menor medida)<br />

merecen la atención del experimentador.<br />

<strong>La</strong> segunda cuestión que queremos destacar, hace referencia al criterio fundamental que nos<br />

permite distinguir las creencias espontáneas de la fabulación, no-importaquismo, ... <strong>La</strong> posibilidad<br />

de formar tres grupos de edad con los sujetos examinados longitudinalmente, de tal manera que la<br />

transición de una creencia a otra sea gradual y no brusca, es presentada por Piaget como prueba<br />

inequívoca de la espontaneidad de la creencia en su primera expresión. <strong>La</strong> tendencia de Piaget a<br />

presentar la evolución de las más diversas adquisiciones intelectuales ( lógica, conservación inicial,<br />

tensión, tiempo y causalidad ) en tres etapas sucesivas: de desequilibrio completo inicial, tensión<br />

y equilibrio temporal, deriva, en mi opinión, de esta primera etapa en la utilización del método.<br />

Para no dejar incompleta esta breve descripción de la primera fase, haremos, de pasada una<br />

alusión a los resultados obtenidos en estos momentos iniciales, por el Maestro de Ginebra.<br />

Creemos que éstos pueden sintetizarse en lo que el mismo Piaget (1931), dió en llamar “Filosofías<br />

Infantiles”. <strong>La</strong> expresión que sirve de título al ya famoso artículo -que no es, por otra parte, sino un<br />

resumen de “<strong>La</strong> representación del mundo del niño”-, pretende calificar el tipo de pensamiento del<br />

niño durante el subperiodo preoperacional. En esta edad, los niños echan mano, para interpretar los<br />

fenómenos naturales, de una especie de “moldes”, o “rutinas” o “filosofías”, que Piaget<br />

acertadamente, denominó: Artificialismo, Animismo y Realismo. Se propone, además, el<br />

Egocentrismo, como causa explicativa de los mismos. Y justamente en esa rutina, o creación de de<br />

esquemas anticipatorios sucesivos, es, de donde parte el planteamiento general de trabajo con<br />

- 619 -<br />

J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.

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