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La sordoceguera - APSA

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comunicación postal, podían expresar libremente sus ideas, necesidades, experiencias y esperanzas,<br />

con lo que posteriormente sentaron las bases de un desarrollo cultural peculiar.<br />

- 324 -<br />

LA SORDOCEGUERA. Tesis Doctoral J. Inmaculada Sánchez Casado.<br />

Un ingrediente necesario para la existencia y conservación de cualquier cultura es la unión<br />

doméstica de dos componentes del grupo afín: la costumbre que solemos llamar matrimonio. Para<br />

la mayoría de los sordociegos, la unión matrimonial con cónyuges sordos o dotados de oído era algo<br />

infrecuente antes de 1950, y la sociedad tendía a disuadir a dos sordociegos para que se casaran. A<br />

principios del presente siglo, cuando Alexander Graham Bell le aconsejó a Helen Keller que<br />

considerase la posibilidad de casarse si encontraba algún hombre de quien pudiera enamorarse, ella le<br />

respondió diciendo que no podía imaginar que ningún hombre quisiera casarse con ella: suponía que<br />

le parecería como desposar a una estatua, puesto que ella no podía ver ni oir. Hoy en día, muchos<br />

sordociegos considerarían ofensivo el patetismo, rayando en el ridículo, de aquella afirmación. Con<br />

todo, hasta esta última década, tanto el matrimonio entre dos sordociegos como su paternidad, no ha<br />

sido aceptado de buen grado en el seno de la comunidad. En la actualidad, existen bastantes parejas<br />

de sordociegos, sobre todo en USA, y se producen varias bodas más cada año (30 aprox), venciendo<br />

el prejuicio por parte de sus familias, de los profesionales y del público en general.<br />

<strong>La</strong> cultura sordociega se encuentra en estos momentos en plena etapa de comienzo, una fase<br />

primitiva pero importante. Sencillamente porque sus miembros carecen de oportunidades de alternar<br />

y conocerse entre sí. Pese a este gran obstáculo, identificamos las siguientes dimensiones<br />

culturales:<br />

- Formas de interacción:<br />

Los sordociegos necesitan tocar para hacer cualquier clase de contacto social interesante.<br />

También precisan del toque para comunicarse. Así, pues, entre los sordociegos la acción de tocarse<br />

asiduamente, entre personas de distintos sexos o del mismo, es un práctica aceptada y generalizada.<br />

Pero ese contacto tactil, que es moneda corriente entre tales personas, podría dar lugar, entre los que<br />

no son sordociegos, a acusaciones de acoso sexual o de homosexualidad. Por ejemplo: ¿qué pensaría<br />

una mujer dotada de vista, si un sordociego desconocido para ella le pidiese que le palpase los rasgos<br />

faciales? <strong>La</strong> misma petición, no lo consideraría irrazonable una persona sordociega, para quien el<br />

tacto es el único modo de percibir su entorno. Desde luego, existen sordociegos/as que hacen de esta<br />

necesidad una virtud y, con el toque, van más allá de lo preciso para la comunicación; pero el<br />

porcentaje de “viejos verdes” probablemente no sea mayor entre los sordociegos que en el seno de<br />

otras colectividades.<br />

El uso generalizado del toque en la comunidad sordociega conserva varias implicaciones.<br />

Podemos distinguir una amplia gama de actitudes frente a la aceptación del toque: participa, acepta,<br />

tolera, evita, y rechaza. Sin embargo, ante cualquier contacto corporal, sobre todo en público, una<br />

gran mayoría de personas manifiestan actitudes de defensa. Para la gente “normal”, el toque despierta<br />

sensaciones e impulsos incómodos. El resultado del contacto físico es que tales personas no desean<br />

alternar con sordociegos. De tal suerte, estos últimos tienen a menudo que afrontar el rechazo, sin<br />

haber cometido falta alguna. <strong>La</strong> contradicción en cuanto al valor del toque es manifiesta: la función<br />

esencial que el toque cumple en la cultura sordociega se contrapone a la reacción del público en<br />

general.<br />

En todas las culturas, excepto la sordociega, son corrientes las conversaciones en grupo. No<br />

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J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.<br />

ocurre lo mismo entre sordociegos, para quienes toda comunicación, en términos generales, es<br />

persona a persona. Esto hace que básicamente su interacción sea distinta. Por ejemplo, en una<br />

reunión social entre personas dotadas de oído, o entre sordos, es común que uno hable y los demás<br />

escuchen. Muchos individuos intercambian ideas y economizan información de una manera que no<br />

es asequible para los sordociegos. Por ello, entre éstos, el trasvase de información es mucho más<br />

lento y menos rentable. Además, la estructura física y organizativa de sus reuniones sociales es<br />

diferente.<br />

- Nivel de dependencia:<br />

A diferencia de los componentes de cualquier otra cultura, los sordociegos dependen casi<br />

totalmente de intérpretes para interactuar con las culturas e instituciones mayoritarias de la sociedad.<br />

Tal situación redunda en aislamiento, grandes gastos, comunicación incompleta y, en muchos

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