La sordoceguera - APSA

conductas objeto del aprendizaje que son realizadas durante el proceso de instrucción, constituyen los
tres principales componentes de una enseñanza efectiva (op. cit., 25) como refleja el esquema de la
página siguiente.
El profesor debe diseñar las estrategias y técnicas que antecederán al aprendizaje, con objeto
de que le sirvan de guía y ayuda durante el proceso de enseñanza, y debe desarrollar una serie de
habilidades instructivas para llevarlo a cabo. Como destaca Lambert (1977), no existe un método
instructivo “milagroso”, pues cada uno ha de ser ensayado, comparado con otros y sólo los
elementos de un método que se manifiesten eficaces, deben ser tomados en consideración. Por ello,
nos parece interesante referir una serie de consideraciones, adaptadas de Dueñas (1991), sobre
distintos elementos que pueden configurar en su conjunto una metodología determinada,
indicando en cada caso aquellas orientaciones que se han manifestado más eficaces de cara al proceso
de aprendizaje en alumnos sordociegos:
a. Análisis de tareas.
El análisis de tareas permite la descomposición de una habilidad o destreza que debe ser
objeto de aprendizaje, en una serie de componentes conductuales, de tareas más sencillas, de cuya
agregación se deduciría la primera. El grado de desagregación estará en función de las necesidades de
cada alumno sordociego; en general, cuanto más severa sea el grado de afectación, más fino debe ser
el análisis, es decir, la tarea debe de descomponerse en mayor número de tareas elementales o de
subtareas.
A través de este método, de esta técnica, un objetivo terminal de la enseñanza origina toda
una secuencia de objetivos previos u pasos, cuya progresiva consecución permitirá al alumno
alcanzar aquél. Se considera que todo tutor de alumnos sordociegos debe dominarlo suficientemente,
de modo que pueda tener en consideración las peculiaridades de cada uno.
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J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.
b. Normas de clase.
Los alumnos sordociegos aprenden y actúan mejor en aquellas situaciones en las que conocen
de antemano lo que de ellos se espera. Por ello, las normas de clase deben ser reducidas, estar
claramente definidas, y figurar escritas o ilustradas por carteles y/o dibujos en relieve, para que toda
referencia a ellas que sea preciso hacer sea lo más inmediata posible y lo más fácilmente asumida
por los todos.
Deben ser recordadas con regularidad. El profesor debe explicar con suficiente claridad a los
alumnos las conductas aceptables y las inaceptables. El alumno sordociego no es capaz de actuar
por aproximaciones o tanteos hasta deducir la aceptación o el rechazo de sus conductas por parte de
los demás, esto es, de tantear hasta dónde puede llegar, por lo que debe conocer las normas con toda
claridad.
Todos los profesionales deben usar consecuentes positivos o negativos del cumplimiento o
incumplimiento de las normas, y/o de las tareas previstas, además dichos consecuentes deben ser
usados de manera consistente, sin contradicciones e inmediatamente.
c. Incitaciones o elicitaciones.
Deben proporcionarse al alumno mientras aprende la tarea, con vistas a aumentar las
posibilidades de éxito. Su utilización debe ser gradual, y debe abandonarse su uso paulatinamente
cuando ya no sean necesarias, intentando siempre que el alumno esté más atento a la tarea que a la
ayuda. Son de carácter y naturaleza muy variados: verbales, gestuales, físicas, visuales, de
imitación... Obviamente, su tipo y su frecuencia dependerán del alumno sordociego y de la tarea
propuesta.
d. Ambiente de clase.
El ambiente de clase debe considerarse, sin lugar a dudas, como una parte muy importante
del proceso de enseñanza-aprendizaje, sobre todo en relación a los antecedentes adecuados al mismo;
entre otros, se pueden citar, la distribución de los alumnos sordociegos en el aula, por lo general no
más de tres, el equipamiento, los factores ambientales como el ruido, luz, temperatura.... Los
ambientes o entornos intencionalmente diseñados para facilitar el aprendizaje se han denominado
“ambientes prostéticos” (Linsdley, 1964), y el profesional debe intentar diseñar el tipo de ambiente
específico para cada alumno.
e. Planificación de la enseñanza y horario.