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La sordoceguera - APSA

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por tanto de que los demás alumnos sordociegos le resulten indiferentes y se despreocupen<br />

voluntariamente de ellos, más bien ocurre que presta más atención a los más sobresalientes porque<br />

disfruta más con ellos, se siente reforzado como ya apuntaba E. García (1988) respecto a los<br />

chavales “normales”.<br />

Otras investigaciones como las de Gimeno Sacristán, J (1976) observaron que los alumnos<br />

de mayor rendimiento son objeto de más interés por el profesor porque resultan más controlables y<br />

predecibles y por tanto tienen con ellos menos problemas. Se constata igualmente cierta relación<br />

entre la conducta escolar de un anee sordociego y la expectativa de control por parte del<br />

mediador. Los anees que son percibidos como más incontrolables, reciben del profesional menos<br />

atención, menos retroalimentación en sus respuestas. De lo anterior no se deduce que todos los<br />

alumnos hayan de recibir el mismo trato. Unos necesitan de más atención por parte del profesor que<br />

otros. Unos son más inteligentes, otros menos. Unos más rápidos, otros más lentos. Unos más<br />

colaboradores, otros más pasivos. El desafío para el auténtico maestro es organizar la actividad<br />

escolar de forma que, a cada uno según su necesidad, de cada uno según su capacidad como diría<br />

Marx, donde los más necesitados no sufran por percibirse centro de atención, de apoyo, o de<br />

específico tiempo extra, y cada alumno responda a sus posibilidades tal cual, sin agravios<br />

comparativos, asimilando “como cada uno es” (Sanz del Río, 1995).<br />

Cuando se pretende lograr un rendimiento uniforme se originan comparaciones<br />

antipedagógicas nada beneficiosas por lo menos; una uniformidad pretendidamente igualitaria que<br />

incide muy negativamente en la motivación y autoconfianza de los alumnos sordociegos. Esto lo<br />

veíamos en el apartado de motivación para el éxito y el fracaso. Una expectativa referida al grupo<br />

entero culminará en fracaso para muchos miembros del grupo. <strong>La</strong> uniformidad en las expectativas<br />

no es buen principio metodológico como afirmaba Cidad Maestro, (1988) especialmente cuando<br />

nos enfrentamos a alumnos con n.e.e. 187. En el diseño de un planning general hay que tenerlo<br />

187En muchas ocasiones los maestros prestan atención a los alumnos más retrasados, pero en unos<br />

- 519 -<br />

J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.<br />

muy presente, si no ocurre así, si nos movemos por una exigencia en forma de input-ouput con<br />

pautas normativas homogeneizadoras, caemos en los abismos de competición selectiva188. Con<br />

estas consideraciones un alumno sordociego presimbólico o de bajo nivel jugará de por vida con las<br />

cartas marcadas por el irremediable fracaso, serán los menos inteligentes, o quizás los más lentos o<br />

pasivos, más tímidos o hiperactivos, más torpes, más flojos, más incapaces, más dependientes ...<br />

todo en relación comparativa al grupo de origen -formado por otros anees también sordociegos-, al<br />

“grupo-Diana” en términos de Fernández, Sarramona y Tarín (1987).<br />

Resumiendo, una de las principales tareas del mediador es ayudar al alumno sordociego a<br />

captar la relación existente entre éxito y esfuerzo personal. ¿Cómo?. Puede hacerlo<br />

de varias maneras: pidiéndoles que manifiesten aquellas actividades en que han logrado malos<br />

resultados y que busquen el porqué o expliquen la causa; que estimen el tiempo necesario para<br />

realizar una determinada tarea, que distingan entre lo que puede realizar y lo que no, entre tareas<br />

fáciles y difíciles, la técnica de “resolución de problemas” ofrece muchas pautas de actuación<br />

(Caballo, V.E., 1992) para alumnos adolescentes integrados. Sabemos que cuando tu alumno<br />

sordociego -aún de un nivel bajo- se sabe capaz de hacer un determinado trabajo, si fracasa en él<br />

tiende a dedicarle más tiempo y esfuerzo para lograrlo (teoría de la disonancia)189.<br />

Por otro lado, el maestro tiene la obligación de justificar la ayuda especial que<br />

preste a los alumnos sordociegos -menos capaces-, ya que en caso contrario creerán que tal actitud<br />

es un signo de que son inferiores, y fomentará los llamados “agravios comparativos”. Puede ocurrir<br />

que aquel alumno que más lo necesite rechace la ayuda mientras que algún “listillo” finja necesitarla<br />

por aquello de la ley del mínimo esfuerzo, y de mayores facilidades.<br />

Un procedimiento para reducir los efectos negativos de la atención especial que se da a los<br />

alumnos de bajo rendimiento consiste en individualizar gran parte de la enseñanza escolar,<br />

planteando un nivel mínimo referencial (planning base), y ampliando la oferta a medida de las<br />

aptitudes o capacidades de modo que el maestro-tutor tenga contactos periódicos con cada anee. En<br />

tales circunstancias los contactos más frecuentes y prolongados no parecen algo excepcional.<br />

Igualmente, trabajar cooperativamente o a través de grupos, donde se cambian los miembros o el<br />

momentos y de una manera contraindicada. Por ejemplo, es muy normal que en el aprendizaje de la lectoescritura,<br />

el maestro interrumpe continuadamente, corrige, recuerda instrucciones, señala fallos, o si el

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