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La sordoceguera - APSA

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o totales tanto de funcionamiento intelectual, sensorial, psicomotor, etc., debido a deficiencias<br />

biológicas y/o carencias socioambientales de diversa tipología.<br />

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J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.<br />

Una idea nuclear que aglutina todo nuestro trabajo. Partimos de una base común generada<br />

por la propia diferencia, es decir, hemos de admitir que no existen ni han existido dos seres<br />

humanos idénticos. En este sentido, se cumple el viejo axioma: todos somos iguales pero todos<br />

somos diferentes. Sin embargo, matizamos que el referencial se dirige al individuo diferente a la<br />

mayoría, justo al sujeto de integración.<br />

En este planteamiento se suscita una pregunta básica: “mayoría”, realmente nos<br />

cuestionamos este concepto; ¿a qué nos referimos?. <strong>La</strong> mayoría, dentro de una sociedad, viene<br />

representada por un conjunto de individuos que aún siendo diferentes entre sí, muestran una serie<br />

superior de semejanzas que de diferencias en cuanto a su forma de comportarse, vivir, actuar y<br />

funcionar en los dintintos niveles de su existencia dentro del contexto social al que pertenecen.<br />

Esta mayoría será la que establezca los baremos o normas con los que serán contrastados<br />

cada uno de los componentes de dicha sociedad, según un criterio cuantitativo de aproximación<br />

estadística que identificarían “norma” con “frecuencia”. Lo normal sería así aquello que se observa<br />

con más frecuencia, y los individuos quedarían clasificados (o etiquetados), a partir de estos<br />

contrastes comparativos, en normales y anormales. Pero al dicotomizar la comunidad humana de<br />

una sociedad en normalidad-anormalidad aparece un límite tan peligroso como arbitrario. No existe<br />

un concepto adecuado, rigurosamente científico, de lo normal-humano y tampoco, por lo tanto, de<br />

lo diferente.<br />

Los primeros ejemplos de reconocimiento explícito de las diferencias individuales se<br />

encuentran en la República de Platón.16 Tampoco el genio polifacético de Aristóteles pasó por<br />

alto las variaciones individuales. En sus Eticas describía las carasterísticas de los hombres que<br />

poseen una cantidad excesiva o deficiente de distintos rasgos.<br />

Cabe afirmar, por otra parte, que el concepto de “ser humano perfecto” o de “norma ideal” no<br />

tiene entidad propia, no existe sino en la mente de cada uno de nosotros. Será diferente según la<br />

interpretación que demos a ese “canon” y, estrictamente hablando, todos somos imperfectos o<br />

subnormales, no ya porque nos desviamos de la norma, sino porque no podemos alcanzar el ideal de<br />

normalidad. <strong>La</strong> norma ideal es, generalmente, de origen social y la clasificación de los individuos en<br />

normales o subnormales, según este criterio, variará según la sociedad en que nos desenvolvamos<br />

como procesos enculturales y aculturales de la misma.<br />

En la propia escolástica de la Edad Media, las diferencias individuales recibieron<br />

relativamente poca atención. <strong>La</strong>s generalizaciones filosóficas con respecto a la naturaleza de la<br />

mente eran formuladas en gran medida por medios teóricos más bien que empíricos. De este modo,<br />

la observación de los individuos tenía poca o ninguna influencia en su desarrollo.17 Algunas<br />

16Uno de los objetivos fundamentales del estado ideal de Platón era, en efecto, la asignación a los<br />

individuos de las tareas especiales para las que estaban dotados. En el libro II de la República aparecía el<br />

siguiente enunciado: “... no hay dos personas que nazcan exactamente iguales, sino que cada una difiere de<br />

la otra en dotes naturales.” (Anastasi, 1980, p.4). Además Platón proponía un particular sistema de<br />

selección de los soldados ideales, mediante una serie de “acciones que realizar” usadas como auténticos<br />

test de aptitudes.<br />

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LA SORDOCEGUERA. Tesis Doctoral J. Inmaculada Sánchez Casado.<br />

facultades -memoria, imaginación y voluntad-, han sido considerados por determinados autores<br />

(Boring, 1950; Murphy, 1949; y Rand, 1912) como las precursoras de los rasgos y factores<br />

corrientemente identificados mediante el análisis estadístico de las puntuaciones de los test.<br />

Del mismo modo, las muchas variedades de asociacionismo que florecieron del siglo XVII al<br />

XIX prestaron escasa atención a las diferencias individuales. Los asociacionistas se interesaron<br />

primordialmente por la elaborada mecánica mediante la cual se asocian las ideas, dando nacimiento a<br />

procesos complejos mentales. Sus enunciados eran principios generales que no permitían el<br />

reconocimiento de la variación individual. Bain el último de los llamados “puros” en su libro The<br />

Senses and the Intellect(1855) reseña que la naturaleza humana está desigualmente distribuida, lo<br />

que supondrá un giro importante para la consideración de individuo como sinónimo de<br />

naturaleza humana.<br />

Probablemente se establece un desarrollo simultáneo en las teorías educativas. En los

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