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La sordoceguera - APSA

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para nuestra ulterior investigación o metodología teórico-práctica acerca de la ciencia de una<br />

educación “especial”, debiendo hacerse notar que “lo que hoy es teórico puede convertirse en práctico<br />

mañana. <strong>La</strong> investigación atómica, por ejemplo, fue una vez completamente teórica; hoy, la<br />

investigación de esos mismos problemas es, en gran parte, práctica” .(Junk, N. , 1958)<br />

Así pues, y siguiendo a De Vries, podemos dividir las ciencias particulares en<br />

matemáticas, de la naturaleza y del espíritu. Desde otro punto de vista se distinguen las<br />

ciencias experimentales y las especulativas. Otra clasificación hace referencia a las puramente<br />

teoréticas y a las normativas. 6<br />

6El objeto de la ciencia natural lo constituye la naturaleza entera, que aquella se esfuerza por conocer<br />

científicamente. Contrapuesta, sobre todo desde Dilthey, V. (1898), Royce (1891), Bantock, G.H. (191)<br />

o Martín, J.R. (1963), aparecen denominadas las “del espíritu o de la cultura”. Estas se dirigen a los<br />

diversos aspectos de la vida espiritual y a sus objetivaciones. Se habla de ciencia de la cultura porque el<br />

hombre con su actividad creadora perfecciona lo dado en la naturaleza: “su crear es en sí cultura y produce<br />

bienes objetivos culturales” (Lotz, J.B en Brugger, W. , “Diccionario de la Filosofía”, 1960). De hecho,<br />

“lo social” es tan importante que este término ha sustituido al anterior; para O’Connor, la más<br />

importante diferencia entre las C.Naturales y las C.Sociales radica en sus “respectivos niveles de<br />

desarrollo” refiriéndose a la división del conocimiento científico en sus tres estadios: vulgar, científico y<br />

filosófico que hizo Thomas Huxley.( O’Connor, D.J.: An Introdution to the Philosophy of Education, p.<br />

92 y ss.).<br />

- 43 -<br />

J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.<br />

González Alvarez, A en su libro titulado “Filosofía de la Educación” habla de la existencia<br />

de educación cuando “se constata como un hecho de experiencia que requerirá explicación, pero que<br />

no podrá ser negado” (p.28). <strong>La</strong> Educación Especial, como fenómeno presente y patente en el<br />

mundo, existe, pero no podemos “despachar sin más” la cuestión existencial sobre el ser educativo<br />

de naturaleza n.e.e. . Porque no es igual conocer una cosa que existe que conocer<br />

la existencia que la caracteriza.<br />

Tal planteamiento viene construido en el terreno del más profundo saber del hombre: la<br />

filosofía. Pero, a continuación, nos plantearemos después del problema de la existencia, el de la<br />

legitimidad de una ciencia de la Educación Especial.<br />

En Bunge (1976, p. 29) se lee: “el método científico y la finalidad a la cual se aplica<br />

(conocimiento objetivo del mundo) constituyen la entera diferencia entre la ciencia y la no-ciencia”.<br />

Queda, bastante clara la posibilidad de investigar acerca del fenómeno educativo en el terreno de las<br />

teorías y de los principios, y aún en el más elevado terreno de constituir un cuerpo de doctrina en<br />

cuanto a actividad, es decir, acerca del arte y la técnica educativa, pues entre ambas esferas<br />

como tierra de nadie o campo de trabajo multidisciplinar aparece el dominio de una ciencia<br />

aglutinadora, la de la Educación Especial.<br />

Herbart, -para muchos el padre junto con Comenio de la Pedagogía científica, aunque con<br />

esta etiqueta se denomine específicamente al movimiento más reciente iniciado por Montessori y<br />

Decroly-, a principios del s.XIX puso de relieve su necesidad, defendiendo la autonomía de la<br />

pedagogía, ciencia que debería basarse en la psicología y en la ética. No podía faltar en todo saber<br />

científico lo que este autor ya comenzó a vislumbrar, una parcela que se ocupara del hombre con<br />

todas sus limitaciones como sujeto de la educación.<br />

Allá por 1957, ya se decía -Spranger- que la teoría pedagógica es preciso situarla en un<br />

sistema bien acabado, ya que en el terreno de la educación lo primero es la acción, y la reflexión<br />

progresa cuando la cosa alcanza cierto grado de concrección. <strong>La</strong> imprecisión terminológica es un<br />

índice expresivo de las dificultades a que estamos refiriéndonos, ya que todo ello es magnificado en<br />

una acción educativa diferenciada e individualizada, es decir de acuerdo a las carasterísticas<br />

individuales y su educación personalizada en base a la “diferencia” como objeto de estudio.<br />

Luzuriaga, L en su Diccionario sobre Pedagogía afirma: “la pedagogía es la ciencia de la<br />

educación“ (1960, p.27-28). Se ha discutido muchas veces sobre el carácter científico de la<br />

pedagogía especial y se ha dicho que es un arte, una teoría o una técnica. En realidad, la pedagogía<br />

especial es todo. Hoy suscribiríamos estas afirmaciones, empero tendríamos cuidado de cambiar el<br />

término de “pedagogía especial” por el de “educación especial”, o bien entendiéndolo en su<br />

sentido más amplio, el que le hace sinónimo de conocimiento. Piaget (1973) viene a indicar que<br />

uno de los dos criterios que hacen de un problema, en un momento histórico concreto, sea<br />

filosófico o apto para la investigación científica es, justamente la posibilidad de ser delimitado para

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