La sordoceguera - APSA

ealiza con ellos. 176
La atención temprana, por tanto, de un bebé sordociego es esencial y debe hacerse desde el
momento que se conoce la doble deficiencia. La mayor parte del esfuerzo se encaminará a orientar a
padres y personas que están en contacto con el niño, en el día a día, para que aprendan a enseñarle el
mundo. Esto facilita su socialización, la formación de conceptos y por lo tanto el desarrollo
cognitivo y/o el lenguaje. Además facilita mucho el posterior trabajo escolar con el anee pues aún
en los casos más difíciles sentaría los principios para que aparecieran los prerrequisitos
comunicativos básicos. Padres y educadores deben trabajar unidos en la educación del niño
sordociego desde su detección y diagnóstico.
B. Adecuación de la oferta educativa.
Los criterios que regulan la opción educativa más adecuada para un alumno
sordociego permanecen dentro de la línea del “Programa de Atención a la Diversidad” como
propuesta de escolarización. Su actuación parte del consejo orientador indicado por el EOEP, una
vez valorado el anee -diagnóstico y determinación de necesidades educativas- oídos los padres y
analizada la oferta de educativa de la zona o Comunidad Autónoma.
Y con esta breve introducción viene la consecuente toma de decisiones en el
itinerario educativo a seguir, una opción totalmente individual y específica para cada niño
sordociego. ¿ Qué es lo más recomendable: integración o ingreso en un Centro Especial ? ... ¿ Y si
es Centro Especial: mejor de sordos, de ciegos, o de retrasados ? ... En definitiva, significa
responder ¿a qué tipo de Centro?
Todos las familias se enfrentan a esta difícil elección. El número de opciones disponibles
dependerá del lugar de residencia: pueblo o ciudad, Comunidad Autónoma, o país de origen. Como
norma general decir, que, durante los primeros años es imprescindible “moverse” o “buscarse la
176Vg Anexo: Orientaciones y Programa Base de Estimulación Temprana.
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LA SORDOCEGUERA. Tesis Doctoral J. Inmaculada Sánchez Casado.
vida” en términos coloquiales. Es decir buscar los recursos de la comunidad que den a niños
sordociegos, “a su propio hijo” la oportunidad de crecer y desarrollarse. Este proceso se convertirá
en una auténtica lucha, un gran reto.
Hemos comentado que el primer recurso es la constelación familiar: padre, madre y
hermanos/as. Además, del resto de la familia, que también servirán de apoyo. Sin embargo, estos
recursos serán insuficientes en la mayoría de los casos. Cuando se trata de niños “normales” existe
una serie de expectativas basadas en la tradición familiar que proporcionan información, actividades
y objetivos a los padres. Si surge un problema saben a dónde recurrir en busca de ayuda. La familia
del niño sordociego necesita mucho más que eso. Nadie dentro de la familia o de los allegados sabrá
a qué atenerse. Los consejos serán a menudo contradictorios. Las técnicas educativas tradicionales
parecerán no ser eficaces, porque en los primeros años, los éxitos serán escasos y el progreso suele
ser muy lento. Las comparaciones con los otros hijos o con los de los amigos serán causa de
angustia y desesperanza.
En este sentido, la familia de un niño sordociego necesita el apoyo de todos, además de la
asistencia y guía de especialistas que les ayuden a comprender e interpretar el consejo médico,
audiológico, oftalmológico y terapéutico, y sobre todo orientaciones para aceptar el problema y
colaborar en su educación. 177
Así pues, dada la heterogeneidad de esta población, podemos señalar que aquellos sordociegos
de más bajo nivel, por regla general presimbólicos, exigirán una respuesta muy específica a sus
necesidades que presumiblemente sólo podrá ofrecérsela los Centros de Educación Especial. Las
comunidades educativas locales, esto es, sus Centros de E.Primaria e Infantil con integración
generalista o preferenciales en una discapacidad, proporcionarán generalmente respuesta educativa a
través de diversos programas integrados. McInnes y Treffy (1982) advierten sobre aquel Centro
preparado especialmente para un tipo categorial de niños “disminuídos” (p.279).
Esta precaución se apoya en el problema de la especifidad de la sordoceguera; seguramente es
improbable que hayan sido desarrollados para niños sordociegos y el nº de educadores, ambiente,
forma de instrucción, metodología, etc estará calculado para satisfacer las necesidades de un tipo
concreto de déficit. Independientemente del programa o institución, el anee sordociego necesitará la
intervención constante de una persona. No es razonable esperar que la clase espere, esto es, la
totalidad del programa general sea alterado o limitado para satisfacer las necesidades de ese alumno