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La sordoceguera - APSA

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De lo expuesto anteriormente, la escuela de las postrimerías del siglo XX camina lenta pero<br />

certeramente, de cuyos pasos podemos explicitar las siguientes consideraciones:<br />

1. No se pretende “integrar a deficientes”.<br />

2. Más bien se pretende que la escuela responda a las necesidades educativas de todos<br />

los alumnos, sea cual sea, su grado de especifidad o afectación (de estas prioridades), tanto si se<br />

derivan -en mayor o menor medida- de hándicaps o déficit, como de cualquier otro factor de índole<br />

social, familiar, escolar,...<br />

3. Que incida en el crecimiento personal.<br />

4. Que respete su forma de comunicarse como unidad bio-psico-social.<br />

5. No se trata de exigir “bajar el nivel” o “regalar los aprobados”. No se trata de exigir, pues,<br />

en paralelo “igual rendimiento” a todos los alumnos, sino que mediante una atención<br />

individualizada, fundamentada en el binomio individuo-sociedad, el niño, el discente alcance su<br />

óptimo desarrollo integral.<br />

6. Y para terminar quisiera hacerlo con este bello y expresivo poema de Juan Ramón<br />

Jiménez, en dónde podemos entrever a una niña “con muletas” que espera ... una “espera” siempre<br />

abierta a la esperanza. Esperanza de mentalidad, tolerancia, apoyo mutuo, para que sus semejantes<br />

la acojan como tal, como ella “es”... que acepten los demás, y se acepte ella misma, pues, sus<br />

- 208 -<br />

LA SORDOCEGUERA. Tesis Doctoral J. Inmaculada Sánchez Casado.<br />

muletas.<br />

Esta muleta es fácil de identificarla en cada discapacidad, en cada alumno diferente. Así en el<br />

deficiente auditivo con su sordera, el audífono y sus manos; en el visual, con su pérdida de visión,<br />

sus gafas negras, bastón y perro; en los motóricos con la silla de ruedas (coloquialmente en<br />

Educación Especial “el carro”), en los psíquicos con los rasgos achinados, los besos y abrazos; en<br />

los autistas con la mirada hacia el infinito; en todos los retrasos y perturbaciones. Y en especial<br />

los sordociegos con todo tipo de “luces” tactiles, cinestésicas, olorosas, chispeantes, tristes,<br />

ocultas, interesantes, sonrosadas, amigables, misteriosas, sencillas, pedigüeñas, provocadoras,...<br />

con un mundo especial, con un “algo” de mágico.<br />

Aunque, sin duda, estos sentires como satisfacciones íntimas son extrapolables a cualquier<br />

situación en el área de la <strong>sordoceguera</strong>, al menos luchamos porque así sea, porque realmente<br />

constituyen el norte de muchos profesionales -aunque todavía pocos- dedicados a su educación, han<br />

sido y continúan siendo su guía, nuestra guía. Su defensa frente a la deficiencia en sí misma. Y,<br />

quizás sea verdad aquello de que llegar a sus propias muletas, alcanzarlas y asumirlas,<br />

son nuestra más fiel recompensa como educadores.<br />

“ <strong>La</strong> niña sonrie,:-Espera,<br />

voy a coger la muleta.”<br />

Sol y rosas. <strong>La</strong> arboleda,<br />

movida y fresca, dardea<br />

limpias luces verdes. Gresca<br />

de pájaros, brisas nuevas.<br />

<strong>La</strong> niña sonrie,:-”Espera,<br />

voy a coger la muleta.”<br />

Un cielo de ensueño y seda,<br />

hasta el corazón se entra.<br />

Los niños, de blanco, juegan,<br />

chillan, sudan, llegan:<br />

“... menaaa !”.<br />

<strong>La</strong> niña sonrie,:-”Espera,<br />

voy a coger la muleta.”<br />

Saltan sus ojos. Le cuelga,<br />

girando, falsa, la pierna.<br />

Le duele el hombro. Jadea<br />

contra los chopos y ríe: “-Espera<br />

...voy a coger la muleta!”.<br />

¡Más los pájaros no esperan;<br />

los niños no esperan!. Yerra

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