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La sordoceguera - APSA

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diciembre de 1829. Había perdido la visión y la audición, así como los sentidos del gusto y el<br />

olfato, bajo los embates de unas fiebres que padeció a los dos años de edad. Para entonces había<br />

aprendido a decir algunas palabras, pero pronto perdió esa capacidad y nunca la recuperó. En 1837,<br />

<strong>La</strong>ura fue llevada a la Perkins School for the Blind donde recibió las enseñanzas del doctor Samuel<br />

64En 1761, Mme. Hecquet publicó la Historie d’une jeune fille sauvage. Pero fue Itard, discípulo de<br />

Condillac, quien redactó la célebre Mémoire sur le sauvage de l’Aveyron (1798), llena de observaciones<br />

precisas sobre el desarrollo de aquel niño encontrado en el bosque, al que trató de educar metódicamente.<br />

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J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.<br />

Gridley Howe, primer director de la institución. Su trabajo diario quedó registrado a través de<br />

informes, de ahí que estas anotaciones supongan un antecedente de lo que una intervención<br />

sistemática puede provocar en un alumno sordociego, demostrando la puesta en práctica de una<br />

metodología de aprendizaje específico.<br />

Al mismo tiempo, esos progresos educativos de esta primera alumna hasta llegar a ser una<br />

mujer educada constituyen uno de los hitos verdaderamente importante en la historia de la educación<br />

especial, puesto que con ella se puso de manifiesto las posibilidades educativas de la población<br />

sordociega.<br />

<strong>La</strong>ura Brigman falleció en la Perkins School (Watertown, Massachussetts) el 24 de mayo de<br />

1889. Antes de ello había conocido a la pequeña Helen Keller, quien había sido llevada al<br />

instituto por Anne Sullivan. Es interesante señalar que <strong>La</strong>ura Brigman le enseñó a Sullivan el uso<br />

de su diccionario norteamericano para una sola mano, de suerte que, en gran medida, contribuyó<br />

significativamente a la educación de la Keller, cuya inteligencia sobresaliente le permitió<br />

asistir a un colegio de niños normales, a los 17 años, gracias a que Anne Sullivan le<br />

deletreaba todas las clases.<br />

Otros cuatro estudiantes sordociegos fueron admitidos en la Perkins School durante la década<br />

de 1840, aunque ninguno de ellos llegó a alcanzar el nivel de instrucción de <strong>La</strong>ura Brigman. Tal vez<br />

sea esta la razón que justifique la creencia de asimilar ciegos y sordociegos como parte de un<br />

mismo continuo educativo. El modelo organizativo que brindó la “Perkins School”<br />

afianzó la convicción de integrar a los niños sordociegos en las escuelas para<br />

ciegos. El hecho de que las dos más célebres estudiantes sordociegas del siglo XIX, L.Brigman y<br />

H.Keller estuvieran vinculadas a la Perkins, beneficiándose del trabajo precursor de dicha institución<br />

ha contribuido significativamente a tal consolidación.<br />

En <strong>La</strong>rnay (Francia), la primera sordociega entró en 1860. <strong>La</strong> siguieron otras varias, en<br />

particular Marthe Obrecht en 1875 y Marie Heurtin en 1894, que se hicieron célebres<br />

gracias al libro de Louis Arnould, Almas Prisioneras. Marie Heurtin llegó a ser capaz de apreciar<br />

<strong>La</strong>s Fábulas de <strong>La</strong>Fontaine y los Cuentos de A. Daudet. Los textos ofrecidos por la escuela de<br />

<strong>La</strong>rnay constituyen en este sentido un acontecimiento en la literatura y en la investigación<br />

psicopedagógica en lengua francesa, y específicamente importante para el área de la <strong>sordoceguera</strong>.<br />

Tendiendo hacia la animación de una llama minúscula, apenas una obra oculta tras los oidos y los<br />

ojos cerrados de los niños, es una apuesta a favor del espíritu y en contra de la bestia marcada por la<br />

voluntad de algunos educadores tenaces, de comunicarse en condiciones dramáticas, como apuntaban<br />

Herren y Guillemet (1982, p.169). <strong>La</strong> reseña histórica del hermano Amand Thibaud y de Jacques<br />

Souriau proporcionan la medida de las experiencias desarrolladas con sujetos sordociegos, así como<br />

los progresos que ilustran su penosa y difícil educación.<br />

Los niños sordociegos no pueden en efecto, ni oir ni ver a su interlocutor. No les es<br />

posible, al revés que a los sordos profundos, comprender por los ojos lo que no oyen. Al revés que<br />

los ciegos, no aprenden por medio del oído lo que la vista les niega. <strong>La</strong> mimogesticulación les es<br />

inaccesible por imitación directa. Los peligros del mutismo más radical aún más que el de los<br />

ciegos, con sus consecuencias para el desarrollo intelectual y afectivo, son considerables. “A un<br />

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LA SORDOCEGUERA. Tesis Doctoral J. Inmaculada Sánchez Casado.<br />

niño así debe dársele todo. Primero, el saber comer y beber, la autonomía de los cuidados<br />

personales. Y luego todo lo demás... Sólo por dos canales sensoriales: el tacto y el olfato. Y es en<br />

especial, la mano la que reemplaza los ojos y los oídos” (Herren y Guillemet, 1982, p.170).<br />

Toda aventura encierra un riesgo de fracaso. De ahí que la reflexión crítica sobre las acciones<br />

emprendidas, la búsqueda de medios más eficaces, la alianza del corazón y la razón sean aquí

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