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La sordoceguera - APSA

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tanto, los signos iniciales de comienzo. ¿Cuáles deben ser los primeros gestos (señales o signos)<br />

que se utilicen con el niño? . <strong>La</strong> respuesta ha tendido a fijar un primer criterio de trabajo: gestos,<br />

señales o signos que coincidan con el significado que para él tienen los objetos. Voy a poner un<br />

ejemplo muy significativo. En el CEE de Sordos a Raúl le encantaba jugar con coches, siempre<br />

llevaba alguno en los bolsillos o en la mano; los hacía rodar por el suelo mientras imitaba ‘brrrr”.<br />

Al principio, antes de que tomáramos conciencia de la significación de los gestos para el propio<br />

Raúl, quisimos enseñar a nuestro alumno, como designación signada para “coche”, la acción de<br />

hacer girar un volante imaginario que corresponde al signo COCHE en LSE.<br />

El niño se encontraba en un nivel de desarrollo que le permitía imitar el movimiento, pero<br />

no pudimos hacerle comprender que aquello significaba un coche. Por supuesto que no. Para el<br />

pequeño sordociego el volante no guardaba ninguna relación con los coches; volante se correspondía<br />

únicamente con nuestra idea como adultos de coche. Conducir=Volante. Pero cuando realizamos el<br />

gesto de empujar-arrastrar un coche de juguete por el suelo, primero con el propio juguete y luego<br />

sin nada, es decir, utilizando un típico clasificador de volumen en LSE, Raúl pensó: ¡ya está!. Ésto<br />

quiere indicar “coche”, significa, pues, lo que yo hago siempre con mis coches, e inmediatamente<br />

supo lo que queríamos expresar. Para él, se trataba de un gesto significativo. <strong>La</strong> atribución causal<br />

era perfecta puesto que correspondía con la asociación entre objeto y nombre signado del mismo.<br />

Todo un ejemplo de aprendizaje significativo en plena representación simbólica. Raúl construyó su<br />

propio aprendizaje a partir de las experiencias con el entorno, asumiéndolas poco a poco.<br />

- 745 -<br />

J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.<br />

Todo niño pasa por esta etapa del gesto natural en el transcurso de su desarrollo; las<br />

habilidades preverbales tanto gestuales como instrumentales constituyen la pieza angular sobre la<br />

que se deposita la adquisición del complejo entramado que pupone la comunicación humana como<br />

ya analizamos más detenidamente en el desarrollo comunicativo lingüístico del capítulo II. A veces,<br />

el símbolo natural puede ser vocal (chuu-chuu, bruum-bruum, tic-tac) -sin por ello dejar de ser un<br />

auténtico gesto onomatopéyico como paso previo imitativo- o también el propio movimiento<br />

como destreza instrumental o puramente gestual dentro de la comunicación preverbal. Un día, mi<br />

hija de 18 meses, quiso una pelota hinchable de gran tamaño, a la que llamaba “bobi”. Como su<br />

abuela no la entendía, y no sabía a que se refería con lo de “bobi”, ¿qué hizo?. Le brindó una<br />

descripción enteramente signada: con los brazos proyectados hacia delante trazando un gran círculo<br />

en el aire identificó a su “bobi”. Es en este sentido que, la experiencia de una acción la representa un<br />

niño, con un movimiento casi idéntico a esta última. De semejante forma, no podemos saltarnos la<br />

etapa del gesto natural con los anees rubeólicos; si no se ha completado, no es posible progresar<br />

hacia las fases ulteriores del desarrollo lingüístico-comunicativo.<br />

También le debemos crear situaciones de anticipación, es decir, promover sobre todo<br />

aquellas en las que Raúl esperaba algo. Su elaboración en el marco de las actividades cotidianas<br />

tanto en sesiones de movimiento como de juego es un proceso gradual que consta de numerosas<br />

etapas y consume mucho tiempo236. El mejor procedimiento, podemos ilustrarlo de esta manera:<br />

“al final de este banco, tienes que saltar y bajar del mismo”. Raúl, como el resto de alumnos sordos<br />

realizaba sus particulares circuitos, moviéndose por encima y por debajo de bancos y escaladores;<br />

los niños imitaban mediante signos el procedimiento de ejecución o la orden concreta de trabajo,<br />

pero Raúl necesitaba ampliar el sistema referencial, así el educador hacía gestos para mostrarle la<br />

acción que debía realizar seguidamente. Algunas veces precisaba de ayudas físicas para el correcto<br />

inicio de la tarea propuesta.<br />

<strong>La</strong> misma serie de movimientos se efectuaba varias veces todos los días, de modo que Raúl<br />

aprendía de memoria el movimiento o la secuencia de los mimos que viene a continuación. Es<br />

entonces cuando el gesto se convierte también en significativo, pues el niño aprende a relacionarlo<br />

con la actividad que va a emprender inmediatamente después. En el juego, por ejemplo, se decía: “te<br />

sientas en el suelo; yo me siento en el suelo; yo hago rodar la pelota hacia ti. tú haces rodar la<br />

pelota hacia mí”. Toda esta secuencia interrumpida y sistemática provoca que el alumno empieza a<br />

conectar el gesto de hacer rodar la pelota con el hecho de que ésta vaya y venga. <strong>La</strong>s situaciones de<br />

juego en que este anee espera que suceda algo son especialmente recomendables con vistas a la<br />

preparación de la fase superior de anticipación, en la que el gesto natural adquiere un completo<br />

significado.<br />

Cuando Raúl haya descubierto que puede utilizar su cuerpo en una función representativa,

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