La sordoceguera - APSA

ha suscitado un nivel de participación aceptable, arrojando numerosos datos que posibilitan su
inferencia a otros contextos desde la propia familia hasta otro tipo de Centros Educativos.
Por lo tanto, en este punto abordaremos el trabajo realizado con un sujeto sordociego
presimbólico, dado que su discapacidad visual&auditiva fue evaluada bastante tardíamente y de forma
aproximada a partir de las sucesivas intervenciones quirúrgicas sufridas; además la capacidad mental
ha resultado difícil de cuantificar, hasta el punto de que compañeros psicólogos comentaban que en
este caso concreto es complejo dirimir el factor predominante: la sordoceguera congénita o la
posibilidad de un hándicap sobreañadido como es el retraso mental.
Seguidamente, o casi al mismo tiempo es preciso estudiar el problema de la influencia de la
ceguera en diferentes situaciones, hasta qué punto obstaculiza y/o retrasa el desarrollo de un niño
sordociego; cómo entonces es posible modificar la metodología de trabajo o las circunstancias
ambientales para minimizar sus efectos. Además debemos tratar de averiguar el efecto del retraso
mental en el desarrollo del sujeto estudiado, puesto que puede significar que Reme progresa con un
ritmo más “lento” mientras que su cuerpo sigue una evolución más o menos normalizada, esto es,
puede darse el caso que la niña sordociega tenga un cuerpo de un niño de seis o siete años pero que
al mismo tiempo funcione como un bebé de un año. Ante esta situación, viene la pregunta
esencial: ¿qué podemos hacer realmente? ... ¿cómo le enseño? .
En los últimos años, se han logrado descubrir en muchos casos, métodos necesarios para
mejorar el desarrollo de los niños ciegos, estrategias para enriquecer el potencial de aprendizaje de
los retrasados mentales, técnicas desmutizadoras y electroacústicas para los sordos, ... todo un sinfin
de recursos formales, materiales y humanos al servicio del constructo de la “diferencia”. Siguiendo
muchos de los planteamientos propuestos extrapolamos sus hallazgos al campo que nos ocupa, la
sordoceguera presimbólica, en su forma más complicada y más carasterística, la congénita por
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J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.
síndrome rubeólico. El programa psicoeducativo diseñado y aplicado en una institución específica
para niños sordos plantea dos presupuestos importantes. Por un lado, la valoración y eficacia del
programa en cuanto a la evaluación del rendimiento obtenido por los alumnos sordociegos; pero en
ese gran apartado consideramos la propia institución marco donde se desarrolla la experiencia como
fuente de investigación empírica que a continuación explicaremos y analizaremos, porque no sólo
trabajamos con sordociegos, y establecemos su línea de actuación, además dicha secuencia y pautas
tiene lugar en un contexto único, el ambiente signado de población escolar sorda.
De ahí que el rasgo que más contrasta en ese contexto sea la problemática visual del sujeto
estudiado. A menos que se tenga pruebas contrarias, un niño sólo discapacitado visual oye, se
mueve, huele, gusta y recibe impresiones por medio del tacto. Facultades más o menos
desarrolladas de acuerdo con la edad y la receptividad del niño. Pero el caracter interactivo de la nee,
siguiendo a Wedell (1985), en nuestro caso sordoceguera, también depende de las circunstancias y
oportunidades que se le ofrezcan. Reme no ha desarrollado la capacidad de coger que tanta
importancia tiene para el establecimiento de conexiones entre experiencias cuya modalidad a través
de los restantes sentidos es inoperante.
Si un niño sordociego no puede coger objetos, será incapaz de hacer uso pleno y suficiente
de las improvisaciones que experimenta, y si el grado de receptividad es más débil, más importante
es que se esfuerce el estímulo que puede registrar. Para iniciar un desarrollo útil de la habilidad para
aprehender instrumentos en la niña sordociega, es necesario repasar los conocimientos básicos
respecto al patrón normal del desarrollo.
En un niño que progresa correctamente de dos o tres meses de edad desaparece el reflejo
innato de asir y es reemplazado por una acción consciente en este sentido, que en el transcurso de un
par de meses se desarrolla hasta el punto de que el niño es capaz de jugar en forma activa y
espontánea.
El niño comienza colocando sus manos en dirección a la boca con un grado creciente de
consciencia. Se coge sus propios dedos y estira las manos para alcanzar objetos suspendidos frente a
él. Comienza a asir las ropas de su cama, las lleva puestas una encima de la otra, también empieza
a asir las de la madre y el pecho de ésta o el biberón. Coge el sonajero u otros objetos que se le
ofrecen. Pronto inicia la aplicación en forma de coger algunos objetos, colocar unos dentro de otros,
intentar realizar construcciones, etc.
Muchas veces Reme no estaba interesada en tocar sus propias manos o sus dedos o cualquier