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La sordoceguera - APSA

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. <strong>La</strong> familia como parámetro mediatizador escolar:<br />

posibles áreas de intervención conjunta.<br />

Cuando el docente ha explorado los ambientes en que se desenvuelve el niño discapacitado<br />

sordociego, y ha tomado conciencia de su problemática como condicionante significativo de toda la<br />

actuación educativa a desarrollar, procede a coordinar la labor pedagógica de ese anee, contando con<br />

el núcleo familiar sobre la base de la no-exclusividad de ninguna de las instituciones: ni familia ni<br />

escuela. El conocer en cuáles de estas variables determinadoras participa la famila, o algunos de sus<br />

miembros, es útil al profesional, porque, en algún momento tendrá que suplir o compensar<br />

acciones que corresponderían realizarlas a la propia familia pero que le incumbe indirectamente si<br />

quiere desarrollar eficazmente su trabajo como educador, siguiendo en estas recomendaciones a<br />

clásicos autores como E.Spranger (“El educador nato”, 1960).<br />

El psicólogo francés Porot determina ciertas características en el núcleo familiar en relación<br />

al rol de cada miembro, así: “el padre es la autoridad; la madre, el amor; los hermanos, la rivalidad,<br />

y el hogar, la solidaridad”. Y el inglés Preston señala para el hogar, globalmente, los rasgos de<br />

“amor, aceptación, y estabilidad” (cit. J Mayor, 1989).<br />

Desde una perspectiva moderna, el conocimiento de la realidad social actual impone un<br />

intercambio de los “roles” tradicionales, en función de situaciones laborales. Es posible, y aún<br />

deseable, que el amor y la autoridad no sean de asignación unívoca y que se ejerzan indistintamente,<br />

según la madre trabaje fuera del hogar y el padre comparta tareas tradicionalmente asignadas al<br />

arquetipo femenino. Desde esta perspectiva, lo que sí hay que pedir es que, en el conjunto de la<br />

célula familiar, el hijo sordociego encuentre estos soportes: tanto de amor, pasando por autoridad,<br />

hasta la aceptación y también, por qué no, la rivalidad, cuando haya más de un hermano,<br />

configurando un perfil familiar cambiante por la evolución demográfica actual.<br />

Los planes de escolarización, desde educación temprana, obligarán a ofertar tales rasgos a la<br />

institución docente como programas compensadores de deprivaciones o puesta en marcha de<br />

igualdad de oportunidades, puesto que, en la escuela es donde el niño pasará más horas del día. Los<br />

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J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.<br />

profesionales que participan en la educación y recuperación del anee sordociego deberán conocer<br />

cualquier carencia familiar y ejercer una actuación que trate de superarla, siempre de forma<br />

discrecional, y en favor especialmente de aquellos afectados por esta dificultad. Sobre el envés de las<br />

variables señaladas en el párrafo anterior, podemos fijar los niveles de actuación en los programas<br />

de estimulación familiar.<br />

* Nivel físico<br />

El soporte físico o medioambiental está constituido por el lugar donde habite el alumno. Si<br />

el piso o la casa son pequeños, el niño sordociego debe pasar tiempo en jardines o lugares comunes<br />

de recreo, siempre bajo la premisa de la aceptación y normalización de su presencia. Para ello, la<br />

práctica de juegos, o deportes adecuados a sus capacidades deben ser previstos, incluyendo, del<br />

mismo modo, el tiempo para programas de rehabilitación específicos.<br />

* Nivel afectivo<br />

El soporte afectivo-emocional estará conformado por la estabilidad en la convivencia, la<br />

aceptación del niño sordociego tal como es, y no como nos gustaría que fuera, la no exigencia por<br />

encima de sus posibilidades, las buenas relaciones con el centro escolar y sus profesionales, la<br />

confianza en los programas educativos, la comprensión para cualquier falla como seres humanos<br />

que se equivocan. Y, por otro lado, la adjudicación de responsabilidades en el hogar, es decir, los<br />

hábitos de autonomía e independencia ya que forman parte también del conjunto afectivo.<br />

* Nivel social<br />

Este último soporte esta formado por la no-interrupción de las relaciones sociales, la noocultación<br />

del niño sordociego ni la restricción en su participación en programas socializadores,<br />

tanto de la familia como de la escuela (visitas, viajes, intercambios, centros de vacaciones...), el<br />

incremento de la responsabilidad de hermanos y otros parientes en determinadas actuaciones, el<br />

hecho de establecer normas comunes, el cauce generalizador de aspiraciones de todos los miembros,<br />

el no-comparar, y el pensar y tener en cuenta que un niño puede tener carencias intelectuales o<br />

sensoriales, pero puede ser perfectamente normal desde el punto de vista social. Es decir, un niño<br />

sordociego puede dar unos rendimientos académicos bajos, pero puede ser un excelente hijo de<br />

familia y un buen vecino, pues no es un “deficiente total”, sino sólo en algún aspecto.

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