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La sordoceguera - APSA

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percibirse a sí mismo como separado y distinto de todo lo otro.<br />

En el proceso de interacción, según E.García García (1988, p.95), el niño comienza a<br />

percibir que los demás reaccionan ante él de ciertas formas, y él empieza a reaccionar ante sus<br />

propias acciones y cualidades personales tal como lo espera de otros. Aprende a concebirse a sí<br />

mismo como poseedor de las características que los otros perciben en él. A título de ejemplo, un<br />

niño considerado como inteligente por las personas con quienes se relaciona esperará que las<br />

personas nuevas lo conozcan reaccionen de manera similar, y él mismo se considerará inteligente.<br />

Similar proceso ocurrirá con un niño considerado torpe. Un niño sordociego al que se le<br />

reconocen y valoran sus comportamientos desarrollará un sentimiento de aceptación y confianza en<br />

sí mismo. Por el contrario, si sus esfuerzos se califican y perciben frecuentemente como fracasos,<br />

tenderá a desarrollar sentimientos de incompetencia, inseguridad, bloqueándose el ejercicio de sus<br />

capacidades. Así pues, a través de las respuestas de los demás, se irá<br />

configurando el autoconcepto. Y, en este sentido, no necesariamente el autoconcepto de<br />

una persona sordociega ha de ser coherente con los hechos objetivos.180<br />

- 505 -<br />

J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.<br />

* El “yo” como espejo social:<br />

A este proceso por el que construimos la naturaleza del yo, a través de las reacciones de los<br />

demás, Cooley (1902) le denominó “yo del espejo” (looking-glass self). El yo del espejo es la<br />

autoimagen de una persona formada a partir de la percepción de las reacciones de otros frente a ella.<br />

Baldwin, 1894, en lo que se refiere al desarrollo de la personalidad o desarrollo social ya consideraba<br />

que la imagen de sí que obtiene el niño no puede entenderse sin la influencia de las indicaciones que<br />

provienen de los comportamientos de los otros, y por los nexos sociales en los que está integrado.<br />

181<br />

George Herbet Mead (1959), desde una perspectiva psicosocioantropológica, describió el<br />

proceso de hacer propias las actitudes de los otros como la interiorización del otro generalizado. El<br />

otro generalizado son las expectativas que uno cree que los demás tienen respecto a su persona.<br />

Blumer (1966) también sugiere que somos conscientes de nosotros mismos como un fenómeno<br />

más en el transcurrir de los eventos que suceden a nuestro alrededor.182 Del mismo modo que<br />

nuestra imagen en el espejo refleja nuestro aspecto físico, la percepción de las reacciones de los<br />

demás nos da una imagen de nuestro yo social como afirmaba Mead (1954).<br />

Así pues, la conciencia del yo en la primera infancia presenta ciertas características que la<br />

diferencia de etapas posteriores. En este sentido, mientras en el niño sordociego influye<br />

profundamente cualquier persona (padre/madre, ATE, tutor,...) con la que se relaciona muy<br />

directamente, el niño “normal” puede seleccionar entre las respuestas que recibe de distintas<br />

personas.183 El autoconcepto, pues, no es unitario, sino que consiste en las representaciones<br />

simbólicas que un sujeto se forma de sus distintas características físicas, biológicas, psicológicas,<br />

éticas y sociales. Además esas representaciones simbólicas incluyen ideas de cosas con las cuales se<br />

identifica como sus acciones, producciones, vinculaciones, y posesiones (Wagensberg, J , 1985).<br />

Una persona sordociega asume muchas y diferentes actitudes para consigo misma,<br />

relacionadas por ejemplo con sus carencias físicas y psicosociales, también con sus acciones. <strong>La</strong>s<br />

consecuencias de ésto para la escuela son importantes, pues las actitudes de un individuo sordociego<br />

para consigo mismo, en relación con su rendimiento, son complejas. Además de una<br />

180De ahí provienen muchos problemas de autoaceptación, si sólo valoramos los límites de su<br />

<strong>sordoceguera</strong>, el autoconcepto de aquella persona que la padezca será muy bajo, ya que esta dado por la<br />

misma patología y medido en términos objetivos de acción o minusvalía.<br />

181Autores como Dewey (1930), Blumer (1982), Husserl (1984) mantiene esta línea explicativa. En<br />

realidad el trabajo de Baldwin (1894) o de Cooley (1902) en relación a esta noción procesual de la<br />

construcción del individuo como producto de sus relaciones con los demás, se considera anticipatoria del<br />

interaccionismo simbólico de George Herbert Mead, y no es tampoco extraerla al papel que Vygotski<br />

atribuye a los procesos que se dan entre personas para explicar el desarrollo del niño (Cairns, 1992).<br />

182Tal como vemos nuestra cara, cuerpo y ropa en el espejo; nos interesan porque son nuestros; nos<br />

gustan o disgustan. Así percibimos imaginativamente en la mente de otros alguna idea acerca de nuestro<br />

aspecto, modos, objetivos, acciones, carácter, amigos, ... lo cual nos afecta de diversas maneras. Al fin y<br />

al cabo como diría Heidegger nuestro propio YO es un legítimo “un ser en lejanía”.<br />

183Un niño juzgará su talento musical, su belleza... de acuerdo con las opiniones de sus próximos,<br />

padres, hermanos, maestros, etc., prescindiendo de los conocimientos que por ejemplo sobre la música

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