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La sordoceguera - APSA

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todas o muchas de las variables como índice de expectativas. En esa dirección, si a los alumnos de<br />

bajo rendimiento les asignan un contenido demasiado fácil, esa sola variable puede reducir el<br />

aprendizaje, ya que nunca lograrán progresar, y permanecen “anclados” en ese nivel de competencia<br />

curricular. Asimismo, si les dan menos tiempo para que practiquen una tarea, o permiten que le<br />

interrumpan con frecuencia, son circunstancias que incidirán negativamente en el rendimiento; un<br />

ejemplo típico es la necesidad de seguridad durante los diferentes pasos de realización. En el caso de<br />

chavales con problemas visoauditivos graves es sintomático que comiencen e inmediatamente<br />

después de realizar “una operación” te pregunten si esta bien para continuar, si les dices que sí, se<br />

repetirá sucesivamente: dan otro paso y te preguntan, y de esta forma hasta el final. De lo contrario,<br />

se niegan a seguir: volviendo hacia atrás, para ver en que pasos anteriores se ha producido algún<br />

fallo, e intentarlo de nuevo por ellos mismos; por contra se limitan a preguntarte demandando una<br />

ayuda extra total por tu parte, en algunos casos llegan casi a utilizarte puesto que se lo haces “tu”<br />

materialmente todo.<br />

* Procedimientos para controlar expectativas:<br />

Parece evidente que cualquier “maestro” aspira, desea y quiere ser un profesional competente<br />

y eficaz, realizando correctamente su trabajo en la escuela. Por tanto, es necesario que todo docente<br />

o incluso cualquier profesional sea consciente de los efectos que tanto sus expectativas como sus<br />

actitudes pueden tener en el comportamiento de sus alumnos sordociegos. Igualmente, le será<br />

preciso disponer de aquellos procedimientos y estrategias para controlar esos posibles efectos<br />

negativos.<br />

Los profesores suelen concentrar su atención en la presentación de contenidos así como en el<br />

rendimiento individual y del grupo. Pero, no están acostumbrados y no les resulta fácil prestar<br />

atención a su propia conducta durante el acto docente. Hay problemas que, sobre todo, competen<br />

más al profesor, otros son más del alumno y otros pertenecen más al ambiente o contexto. En esa<br />

dirección, es coherente considerar tres factores tanto en las situaciones de éxito como de fracaso<br />

escolar, si partimos de que en el proceso de enseñanza-aprendizaje están presentes:<br />

- el alumno<br />

- el profesor<br />

- el contexto educativo.<br />

Cuando se consiguen muchos éxitos y logros positivos en el quehacer escolar, el profesor<br />

tiende a atribuirse gran responsabilidad en tales resultados. Por contra, cuando los resultados no son<br />

tan brillantes o son francamente negativos, se tiende a poner los factores causales en el alumno, su<br />

motivación, inteligencia, esfuerzo, falta de recursos, problemática situacional, gravedad de la<br />

deficiencia, nivel de afectación de la misma, ...<br />

Algo parecido ocurre desde un punto de vista familiar; si el niño sordociego progresa, esto<br />

es, tiene éxito, la causa emana del propio hijo que “vale mucho y es muy inteligente” o “trabaja y<br />

se esfuerza mucho”; o también de la familia que lo apoya y educa, incluso del profesor particular<br />

(P.T., A.L,, psicopedagogo, etc), que es el que verdaderamente le enseña -porque para eso se le paga<br />

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LA SORDOCEGUERA. Tesis Doctoral J. Inmaculada Sánchez Casado.<br />

y como no progrese el anee, adiós clase-; por contra si se produce un rotundo fracaso el origen es<br />

“patente exclusiva” del maestro-tutor que no sabe, no quiere o no puede “enseñarle”, dicen los<br />

padres. Ante esta situación real, parece razonable pensar que tanto en situaciones de éxito como de<br />

fracaso el peso del profesional implicado puede ser al menos similar.<br />

El comportamiento de los profesionales está en estrecha dependencia del comportamiento de<br />

los alumnos sordociegos. Existe una contínua retroalimentación entre la conducta de aquel y la del<br />

anee sordociego. El comportamiento de anees calificados de buenos, refuerzan los actos de su<br />

mediador y, a su vez, la conducta de éste refuerza las acciones de esos alumnos sordociegos. El anee<br />

controla la conducta del profesor en circunstancias normales, valiéndose de posturas, gestos,<br />

expresiones faciales, preguntas signadas, ... El estudiante que establece y mantiene el contacto con<br />

el profesor (expresión tactil, gestos, preguntas, ...) tiene mayores probabilidades de captar y retener<br />

la atención del profesor y que éste responda a sus demandas.<br />

Por otra parte el profesional encuentra más satisfacción en la conducta de aquellos alumnos<br />

sordociegos que le prestan atención, siguen sus explicaciones, responden a sus demandas, progresan<br />

positivamente. Los contactos satisfactorios son siempre agradables y reforzantes, por lo cual los<br />

maestros tienden a estar más con los alumnos de mejor rendimiento y comportamiento. No se trata

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