La sordoceguera - APSA

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J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.
-cuando se utilizaba una velocidad más lenta.
-cuando se presentaban en los cuadrantes superiores del área de presentación, mas que en la
modalidad de movimiento o configuración, sobre todo si el cuadro se reducía.
*Implicaciones:
Las razones explicativas de estos resultados podemos encontrarlas en que los síndromes de
Usher, especialmente los de tipo-I son personas cuya disminución de la visión mantienen una
fijación visual casi constante sobre los estímulos, teniendo menos capacidad para captar el
movimiento, y reduciendo por ello el grado de rastreo visual requerido para seguir el signo.
Además, el incremento en el reconocimiento o en la percepción visual global de un signo tal
como se produce a un ritmo menor indica que los sujetos con un campo periférico reducido son
capaces de fijarse en los estímulos durante un periodo más largo de tiempo y por ello incrementan
la identificación de estos estímulos y por supuesto su comprensión.
Otra conclusión añadida, es que en nuestra opinión, la discriminación visual y la
comprensión visual de los estímulos presentados a los anees con retinitis pigmentaria se pueden
incrementar significativamnte mediante modificaciones adecuadas en la distancia, duración y
magnitud del movimiento o desplazamiento del lenguaje de signos presentado.
Sería interesante estudiar más en profundidad los factores que contribuyen a estos resultados.
A aquellos profesionales que desconozcan las peculiaridades perceptivas de un Usher, estos
planteamientos le pueden parecer ilógicos, como nos ocurría cuando les ofrecíamos las normas de
interacción a los profesores de Luis o de Ana. Sus compañeros o profesores esperaban que
entendiesen más, o sea que, su capacidad perceptiva aumentase conforme nos aproximábamos a
ellos. Sin embargo, no tardaban mucho en descubrir, a petición de los propios interesados, que con
un poco más de distancia se aumentaba la amplitud del campo visual.
Al explicarle la noción de campo y lo que supone la visión de tubo de un retinopático
comprendían que si se incrementa la distancia a la persona que habla, bien por lectura labial o por
signos, se incrementa proporcionalmente su campo. La consecuencia es clara: percibe visualmente
una mayor cantidad de estímulos visuales siempre y cuando respetemos el tema de la agudeza en esa
distancia del emisor-receptor. Aunque esto nos invalida el extremo contrario, es decir, los retornos
decrecientes: Luis o Ana veían mejor a un metro que a dos. Todas estas cuestiones que fueron
determinadas por medio de casi un tanteo y error o por aproximaciones sucesivas tuvieron una
tremenda importancia no sólo en la implicación educativa curricular, también en las relaciones
sociales, y por supuesto en las actividades de tecnología. Sería muy interesante seguir investigando
en estos temas con adolescentes Usher integrados, sus implicaciones prácticas abren puertas al
futuro para nuevos diseños de trabajo experimental.
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LA SORDOCEGUERA. Tesis Doctoral J. Inmaculada Sánchez Casado.
2. En cuanto a las implicaciones educativas de los elementos
de socioafectivos en el aula de integración:
Hablar respecto al síndrome de Usher y la fórmula más eficaz para el diseño de su programa
educativo, exige, partir del conocimiento de las necesidades de las personas sordas con retinitis
pigmentosa (RP). Consideraciones imprescindibles que deben dirigirse a los propios profesores del
IES (tutores o de áreas específicas), personal del apoyo del D.O., trabajadores sociales y demás
miembros de los EOEPs así como cualquier persona que desempeñe una labor profesional con
individuos sordociegos.
Cuando a un niño sordo se le diagnostica una retinitis pigmentosa (RP), la actitud de las
personas que le rodean puede cambiar de improviso. El niño se convierte en víctima, en objeto de
compasión y, por lo que se refiere a su familia, en un motivo de enorme angustia y preocupación
con vistas a su futuro próximo. Sin embargo, este niño no se percibe a sí mismo de manera
diferente a como lo hacía el día anterior de la comunicación del diagnóstico; él no ha cambiado, ni
tampoco se ha modificado su capacidad visual.
Es importante que todo profesional implicado en este tipo de situaciones comprenda que los
síntomas que motivaron la remisión del adolescente a la clínica oftalmológica le han venido
afectando desde hace tiempo. Por ejemplo, para un chico sordo, como Luis, diagnosticado a los 15