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La sordoceguera - APSA

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<strong>La</strong>s expectativas tienden a permanecer, no pasan de moda como muchas veces pensamos,<br />

siguiendo a Guerrero López (1991), “el yo sobre el que está enterado el mi, sin embargo, puede<br />

no ser idéntico”. Y ello, muchas veces es bastante cierto. De modo que, los docentes formamos<br />

expectativas con respecto al comportamiento de nuestros alumnos sordociegos, muchas veces, al<br />

principio de curso y podemos llegar a conservarlas a lo largo del año escolar, incluso respondemos<br />

respecto a la posible evolución en la vida de ese anee en relación a esa expectativa primaria. Más<br />

aún, tenemos expectativas respecto al alumnado en general, a la importancia de la enseñanza, a la<br />

eficacia de nuestra labor educativa, a la situación actual del rol del maestro en la sociedad vigente,<br />

... y todo estas nociones, que para muchos autores como César Coll o Serafín Antúnez, forman<br />

parte del curriculum oculto de la profesión docente, son bastante estables a lo largo de todo nuestro<br />

deambular profesional. Mas en esa cuestión no vamos a entrar aquí, pero es importante mantenerla<br />

como punto de referencia; referencia por otro lado lejana y difícil de calibrar al entrar de lleno en la<br />

intersubjetividad de autores como Eibi, Eibesfeldt, Bateson, Trevarthen, Blurton Jones o Hinde.<br />

En general, podemos concluir que las expectativas del docente influyen en la percepción de la<br />

realidad, pues se presta más atención a la conducta prevista que a la que se espera probable. <strong>La</strong><br />

anticipación simbólica hace su aparición como consecuencia de ese interaccionismo significativo,<br />

“simbólico” para Blumer (1982). También influyen en la misma interpretación, pues se acomoda a<br />

la observación de sus alumnos sordociegos, y es muy probable que los trate como corresponde a esa<br />

imagen desvirtuada que ya tiene prefijada. Estoy de acuerdo con Guerrero López, cuando afirma que,<br />

en la creación de los mundos discursivos psíquicos ocurre el mismo fenómeno que en la elaboración<br />

de un texto. Ambos surgen de lecturas de esa realidad, pero son originales en cuanto a expectativas<br />

por su combinación o selección de esa misma lectura (Guerrero López, 1991, p.12). <strong>La</strong> lectura final<br />

es que poco a poco los alumnos sordociegos acabarán por ajustarse a las expectativas iniciales, que<br />

eran incorrectas o estaban distorsionadas por el mismo proceso subjetivo de lectura que hacía el<br />

maestro de sus comportamientos, mostrando y respondiendo a esos comportamientos esperados por<br />

el maestro y marcados inexorablemente por sus expectativas.<br />

En la profecía que se cumple por sí misma, o en la autoprofecía están<br />

presentes los siguientes factores: la expectativa originaria, las conductas que la transmiten, y los<br />

datos que confirman la expectativa inicial. Esquematizamos el proceso en el siguiente cuadro:<br />

1. El maestro espera que determinados alumnos sordociegos realicen una determinada<br />

conducta y aprendizaje escolar.<br />

- 515 -<br />

J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.<br />

2. Tales expectativas le hacen asumir una actitud diferente ante dichos alumnos.<br />

3. El trato que el maestro les da indica a cada anee sordociego la conducta y el rendimiento<br />

que espera de ellos, y esto a su vez influye en el autoconcepto, motivación para el logro y nivel de<br />

aspiración del alumno sordociego en concreto.<br />

4. Si el trato del maestro no cambia a lo largo del tiempo, y si el alumno sordociego no<br />

muestra resistencia ni cambio, tanto el rendimiento escolar como la conducta en general del anee se<br />

moldearán conforme a dicho trato. Los alumnos sordociegos de quienes se espera mucho realizarán<br />

mejores resultados, mientras que el rendimiento de aquellos de quienes se espera poco disminuirá<br />

considerablemente.<br />

5. Con el tiempo el aprovechamiento y la conducta del alumno sordociego se acomodará<br />

cada vez más a lo esperado de él.<br />

6. <strong>La</strong>s expectativas del profesor no se cumplen automáticamente. Ni todos los alumnos<br />

sordociegos son influenciables por igual, lo cual a veces puede suponer una gran ventaja. Puesto<br />

que, algunos -los menos- son menos dependientes de las expectativas de los adultos con los que<br />

interaccionan directamente.<br />

Siguiendo a T. L. Good y J. E. Brophy en su libro Psicología educacional, pp. 251 y ss.<br />

(1983) que recogen los medios más comunes de expresar las expectativas por<br />

parte de los docentes, podemos extrapolar los siguientes de cara a una intervención<br />

psicoeducativa con anees sordociegos:<br />

a.Dar menos tiempo a los anees sordociegos de bajo rendimiento para que respondan. Se ha<br />

comprobado que se concede un lapso mayor a los más brillantes.<br />

b.No ayudar a los primeros ante los errores o al menos de la misma forma. Además de<br />

concederles poco tiempo para responder, los profesionales se apresuran a ofrecerles la contestación

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