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La sordoceguera - APSA

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educativa.<br />

No es hasta la década de los sesenta, en plena fase desarrollista, de “la nevera, el frigorífico y<br />

el seat-600” (Tuñón de <strong>La</strong>ra y otros, Historia Universal nº20, 1983) cuando se generaliza “de facto”<br />

la educación obligatoria primaria. Esta fase de escolarización se prolonga hasta la mitad de los años<br />

70, si bien con graves problemas de planificación y calidad.<br />

Pero, paralelamente a estos eventos, se produce un proceso de abandono al alumno con<br />

dificultades; paradójicamente se le conduce hacia la desescolarización.<br />

Esta pseudoescolarización tiene su representación tangible en las aulas de educación especial.<br />

- 175 -<br />

J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.<br />

Todo alumno que fracasa en el sistema ordinario debido a múltiples causas interactuantes, desde un<br />

retraso de aprendizaje hasta aquellos que manifiestan algún tipo de conducta inadaptada o asocial, es<br />

etiquetado por medio de una clasificación psicológica, gracias a los datos ofertados por las pruebas<br />

psicométricas al uso y apartado de su grupo normal de clase.<br />

Este proceso es necesario, tales alumnos son considerados como “gangrenas” y por tanto,<br />

congruentemente, es preciso una separación tajante en prevención de más “contagios”. Son<br />

individuos disruptivos, perturbadores, antisociales para el desenvolvimiento de una clase<br />

considerada “normal”, y de la escuela como microcosmos social. <strong>La</strong> razón esgrimida para tales<br />

enunciados es la problemática de socialización, ya que el grupo puede imitar ese patrón negativo,<br />

pero lo que más interesa es su vertiente curricular, me refiero al rendimiento general del grupo, ya<br />

que este tipo de alumno “entorpece” el ritmo de trabajo y dificulta la instrucción, produciendo un<br />

enlentecimiento del aprendizaje general. Con la visión de este modelo explicativo, no queda otro<br />

remedio que su escolarización segregada tanto en colegios como en aulas especiales.<br />

Nos enfrentamos ante un paradigma selectivo, elitista, y clasificador, el cual mantiene dos<br />

sistemas paralelos, el ordinario y el extraordinario, destinado este último a recoger los alumnos que<br />

produce y cataloga de “especiales” la escuela normal. Una escuela, que por otra parte si fuera de<br />

calidad, realizaría la prevención adecuada para evitar en un tanto por ciento elevado tales dificultades<br />

y fracasos, o por lo menos les brindaría la oportunidad de utilizar estrategias metodológicas<br />

diversificadas acordes a sus peculiaridades, retrasos o inadaptaciones, permitiéndoles seguir<br />

escolarizados en el apartado general.<br />

Del mismo modo y colateralmente, las personas con déficits más graves y por tanto,<br />

necesitadas de una educación y asistencia especial seguían masivamente sin escolarizar. <strong>La</strong> causa<br />

radicaba en una mala planificación por parte de los organismos competentes y de la administración<br />

educativa que no establecía los criterios de escolarización en centros específicos o aulas especiales.<br />

En vez de dar respuesta a aquellos alumnos que más lo necesitaban, el proceso de segregación al<br />

aula o centro especial se recomendaba para déficit leves o moderados, mientras que los graves “se<br />

quedaban fuera, mejor dicho, en su casa”.<br />

Principios comentados en apartados anteriores como el de la normalización, integración,<br />

individualización o sectorización eran ignorados en nuestro país, cuando en otros de nuestro entorno<br />

se estaba avanzando firmemente en políticas normalizadoras e integradoras. Aquí, en España,<br />

todavía, en lugares alejados de las poblaciones, ajenos a la comunidad, apartados de la participación<br />

ciudadana, se continuaban construyendo grandes centros de educación especial, macrocentros, a<br />

veces demasiado ostentosos pero no por ello menos segregadores.<br />

<strong>La</strong> dicotomía entre teoría y práctica sigue su curso y llegamos a finales de los años 70. El<br />

Plan Nacional de Educación Especial de 1978 planteaba como objetivo la escolarización de toda la<br />

población deficiente, y curiosamente mantenía que el 70% se beneficiaría del sistema ordinario, y<br />

tan sólo el resto de este colectivo sería escolarizado en el sistema especial. Nada más lejos de la<br />

realidad, todavía a principio de los 80 se reconocía por parte de la administración que sólo un poco<br />

más de la mitad del grueso de alumnos necesitados de educación especial habían conseguido<br />

escolarizarlos.<br />

- 176 -<br />

LA SORDOCEGUERA. Tesis Doctoral J. Inmaculada Sánchez Casado.<br />

De esta manera, la idea sucinta del mencionado Plan Nacional (PNEE) era aprovechar la<br />

perspectiva integradora para escolarizar una población “deficiente”, que de hecho estaba sin recibir<br />

atención educativa, utilizando el propio sistema ordinario para sus educación, mediante la creación<br />

en el mismo de un 70% de puestos escolares para aulas especiales de colegios ordianarios.

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