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La sordoceguera - APSA

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aprendizaje de laberintos, basta destruir sólo un 3% de la misma para generar alteraciones en<br />

aprendizajes complejos.<br />

* Un último enfoque como consecuencia de nuestra argumentación la<br />

concretaríamos como “la relación de la familia y de la sociedad ante la<br />

persona con deficiencia de etiología orgánica puede contribuir a agravar la<br />

deficiencia misma.”<br />

<strong>La</strong>s deficiencias que tienen una causa orgánica (cofosis, parálisis cerebral, retinopatía<br />

pigmentaria, síndrome rubeólico, ...) pueden agravarse como consecuencia de las reacciones<br />

inadecuadas del medio sociofamiliar, y muy especialmente en las edades más tempranas.<br />

<strong>La</strong> dotación intelectual de un ser humano, también como no, de una persona deficiente, no<br />

está definida y prefijada por la aislada base neurológica. <strong>La</strong> inteligencia es una magnitud “elástica y<br />

dinámica” como diría Luria. Afortunadamente no participamos de una concepción determinista y<br />

por tanto negativa en cuanto a la definición de desarrollo, por contra mantenemos la tesis de su<br />

concomitancia como proceso o cambio.<br />

- 92 -<br />

LA SORDOCEGUERA. Tesis Doctoral J. Inmaculada Sánchez Casado.<br />

<strong>La</strong> capacidad intelectual de un “síndrome de Rett” o “Down” o de una “espina bífida” no está<br />

prefijada por su anomalía. El trastorno predice y pronostica un cuadro perfilado por algún retraso o<br />

algún déficit en la actualización de su capacidad, pero no fija fatalmente el alcance del desarrollo<br />

global de su aptitudes. Una determinada lesión cerebral o anomalía cromosómica no predestinan a<br />

un nivel de desarrollo concreto, no obedecen a una ley de causalidad unidireccional cognitiva.<br />

Dentro de ciertos márgenes, o dentro de unos límites impuestos por la deficiencia misma, podemos<br />

establecer un potencial de capacidad y a su vez de aprendizaje, pero teniendo siempre en cuenta que<br />

la actualización de la capacidad de ese niño afectado va a depender, en último término, de dónde,<br />

cómo, cuándo y con quién se establezcan la incardinación de su personalidad, es decir, de la manera<br />

“como se le trate” o dicho de otra manera de la paidocenosis a que esté expuesto, parafraseando a<br />

García Hoz.<br />

<strong>La</strong> capacidad aunque limitada permanece relativamente flexible en los primeros años de vida.<br />

Ya hemos comentado que un niño afectado de una rubeola, síndrome de Prader, u otras anomalías<br />

orgánicas sufre una deficiencia. Ahora bien, el que sea más o menos deficiente, va a depender de su<br />

historia, principalmente en la primera infancia. Los primeros años de vida en un entorno<br />

familiar inadecuado, desequilibrado, que se desentiende del hijo o bien ejerce superprotección, ...<br />

agravará el déficit.<br />

Más tarde, quizá se añadirán las reacciones de la sociedad, desde el rechazo escolar hasta la<br />

segregación que todo niño n.e.e padece por parte de sus compañeros escolares y lo experimenta<br />

muchas veces en el seno de su propio círculo: familiares, vecinos, amigos,... Nos encontramos así<br />

con unas variables sociales que agudizan una deficiencia orgánicamente producida.<br />

Por contra, un tratamiento adecuado contribuirá a compensar su déficit. El modo más eficaz<br />

de paliar esa disminución es mediante una estimulación y rehabilización temprana. A<br />

esta intervención se le denomina prevención secundaria de la deficiencia, es decir, la prevención no<br />

de la minusvalía (que sería la prevención primaria), sino del grado, alcance y consecuencias de una<br />

deficiencia ya existente. <strong>La</strong> prevención secundaria se fundamenta en el hecho de que el grado y<br />

consecuencias de una deficiencia no están rígidamente prefijados, sino que es posible intervenir para<br />

optimizar al máximo el nivel de desarrollo. Hemos de partir de una concepción optimista de<br />

la Educación Especial, cuya filosofía parte de la idea tendente a progresar en el desarrollo de<br />

todas las posibilidades del individuo como marco de trabajo, nunca, por ende, circunscribirnos a<br />

las limitaciones producidas y manifestadas por su problemática existencial.<br />

2. <strong>La</strong> marginación de “toda diferencia”.<br />

Cuando a una persona se la diagnostica de deficiente, enferma, anormal, en suma, diferente<br />

del resto de semejantes, ese estigma conlleva a una valoración determinada -en la mayoría de las<br />

ocasiones desvaloración- de esa persona. Ciertamente no todo diagnóstico de una deficiencia o<br />

enfermedad implica tal desvaloración; pero cuando el diagnóstico es de implicación “mental” la<br />

desvaloración es automática.<br />

- 93 -<br />

J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.

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