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La sordoceguera - APSA

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LA SORDOCEGUERA. Tesis Doctoral J. Inmaculada Sánchez Casado.<br />

conocimiento pleno del mismo arbitrará las medidas oportunas para determinar aquella actuación<br />

más conveniente en cada momento. Su contínuo ajuste será la expresión más sublime de adaptación<br />

consciente, o dicho de otro modo, de inteligencia.<br />

c. Generar mecanismos que aborten posibles déficits secundarios.<br />

El niño sordociego, si no dispone de las pautas adecuadas, puede adquirir durante los<br />

primeros años de su vida conductas perniciosas, las cuales bloquearán el aprendizaje posterior a otras<br />

de rango más elevado -por calidad&cantidad o en relación a complejidad&frecuencia&ritmo-. Por<br />

ello, unas de las preocupaciones más importantes que guían la intervención precoz es la de evitar la<br />

aparición de hándicaps sobreañadidos, esto es adicionales a los propios de su entidad como<br />

individuo sordociego. En este sentido, se debe intentar atenuar el impacto de situaciones que pueden<br />

originar más problemas, evitando en todo momento afectar negativamente a otros recursos y a las<br />

potencialidades que permanecen intactas en el alumno, un ejemplo puede ser la configuración de su<br />

perfil de progreso. Así no se deberá situar las exigencias educativas más allá de sus aptitudes,<br />

ejercitando sus capacidades funcionales mediante un control riguroso. Control que puede ser<br />

extensivo a la formación de los profesionales que guien tal proceso.<br />

En suma, un intervención educativa precoz y sistemática, de acuerdo con Rondal (1985),<br />

mantiene una proporción mayor de posibilidades de provocar en ese niño un desarrollo psicológico<br />

más rápido. Y esto es en tanto en cuanto importante ante la consideración de permitirle un nivel de<br />

desarrollo superior al inicialmente promediado. Además, y a nuestro juicio no menos importante, la<br />

oportunidad que supone para la familia de reducir tensiones y ansiedades. Un buen programa de<br />

trabajo mejora las consecuencias del déficit, pero al mismo tiempo mejora la situación familiar; con<br />

lo que esta razón pensamos no es nada desdeñable, puesto que en último término, redundará en<br />

incrementar el beneficio para el desarrollo del propio niño sordociego.<br />

No obstante dada la heterogeneidad manifiesta de niños, familias y entornos sociales, la<br />

figura del educador o del profesional responsable adquiere una importancia notoria para el<br />

desarrollo del mismo. Su efectividad depende en gran medida de sus competencias, es decir, de su<br />

habilidad, tanto para utilizar adecuamente sus conocimientos y recursos materiales, y/o formales de<br />

que disponga, cuanto para la comunicación y relación empática. <strong>La</strong>s interacciones con otros<br />

familiares incluso con los distintos profesionales implicados son muy importantes para el buen<br />

seguimiento del programa. Asimismo, su capacidad de control y reajuste pragmático, es decir, nos<br />

referimos a aquella destreza que le permita variar y/o modificar el mismo a la altura de las<br />

circunstancias demandadas.<br />

En épocas pasadas, se diagnosticaba a muchos niños sordociegos como retrasados<br />

mentales, se les trataba como si no pudieran realmente aprender nada; así los<br />

niños respondían a las expectativas por la falta de motivación y la profecía se autocumplía no<br />

avanzando intelectualmente. El peligro radica en que hoy, todavía en las postrimerías del siglo XX,<br />

puede suceder. Sólo al crecer y demostrar sus potencialidades, podemos comprobar el cambio que<br />

como padres y educadores necesitamos; se precisa toda una actitud abierta que no le limite a la<br />

imagen del caos que un mundo puede convertirse sin la orientación necesaria.<br />

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J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.<br />

<strong>La</strong> falta de sensaciones auditivas y visuales priva al niño sordociego de la posibilidad de<br />

prever lo que va a ocurrir a través de pistas ambientales. <strong>La</strong> capacidad de anticipar es un poderoso<br />

factor motivacional en muchas áreas de desarrollo que impulsa a perseverar en el esfuerzo. <strong>La</strong><br />

comunicación de los sordociegos, puede asumir la forma de palabras orales, aunque por lo general<br />

necesitan los signos, y para ello igual que cualquier niño “tendrá que oir” muchas veces un<br />

concepto para emplearlo (Piaget dice que 7.000 veces antes de incorporarlo a su vocabulario activo),<br />

un niño sordociego necesita que le enseñen los signos, muchas veces en un contexto apropiado,<br />

antes de que pueda hacerlos y usarlos con un significado, y será durante los primeros años donde<br />

podrán aprender esto más fácilmente que en cualquier otro momento de su proceso evolutivo.<br />

Programas durante 24 horas del día, y 365 días al año, diseñados y estructurados de forma<br />

individual contribuyen a la formación integral del niño sordociego, siendo garantía de una buena<br />

educación, puesto que los propios profesionales del Centro implican e informan a los padres de las<br />

pautas educativas a seguir con sus hijos para reforzar las actividades que en el periodo lectivo se

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