La sordoceguera - APSA

posibles estrategias de intervención. En la evaluación criterial el comportamiento o rendimiento del
sujeto no es analizado con respecto a una distribución normativa, sino que tomamos al propio
209Término definido originariamente por Cook (1985).
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sujeto como referencia de sí mismo. Lo que considera relevante es la comparación intrasujeto:
cuáles son sus puntos fuertes y débiles, en qué área tiene más dificultades, ... Lo que interesa
conocer es el estatus absoluto más que el estatus relativo (Glaser, 1963, p. 519).
La unidad de análisis, por tanto, el comportamiento o conducta base no es un rasgo
compartible que induce a establecer las características interindividuales como algo estable, sino que
son comportamientos máximamente especificados que exhibe una persona sordociega concreta. Lo
que se pretende es conocer el estatus del equipamiento del sujeto respecto de un nivel o criterio de
dominio establecido siguiendo indicaciones de Popham y Husek, (1969), Glaser y Nitko, (1971),
Livington (1972), y Zaldívar (1994); o bien respecto de un programa educativo o de aprendizaje, es
decir, referido a un currículum. En otras palabras, en vez de comparar el nivel de ejecución de un
sujeto sordociego con su grupo, o incluso con su clase de referencia, se compara ese nivel de
ejecución con un nivel fijado previamente y que puede haber sido determinado según lo adecuado
bajo un prisma social-cultural, lo propio para una determinada edad o lo manifestado por anteriores
ejecuciones del sujeto.
Nosotros hemos propuesto un programa psicoeducativo individual, es decir criterial y
curricular; donde la evaluación se plantea con referencia a criterios comportamentales preestablecidos
que el sujeto sordociego de “carne y hueso” debería alcanzar, los cuales, están organizados en una
guía matricial, es decir, siguen un orden jerárquico de conductas, que van desde las más básicas hasta
las más complejas.
El currículum que proponemos no es de naturaleza estrictamente escolar y por ende
académica, sino que está adaptado a las necesidades de esta población y está organizado en distintas
áreas de desarrollo o de trabajo: perceptivo-sensorial, y motricidad, autoayuda, y demás HDV,
socialización, plástica, comunicación, lógico-matemática,... las cuales a su vez están subdivididas
en subáreas, éstas en dimensiones y por último en ítems o comportamientos específicos. Es decir,
el currículum estará subdividido en aquellas áreas y dimensiones que capaciten a cada individuo
sordociego el aprendizaje de las habilidades necesarias para hacer frente a las demandas de la vida
diaria desde las áreas más básicas, sensorial y motriz, hasta las más complejas, socialización y
procesos cognitivos superiores. Los objetivos curriculares están establecidos, a nivel general, en
términos del desarrollo de la independencia, incremento de oportunidades y socialización.
Esta ligazón entre la evaluación y la intervención, ya anteriormente tratada en el capítulo III,
dedicado al modelo diagnóstico, es propia de la evaluación conductual como afirman Fernández-
Ballesteros y Carrobles, (1981) que además caracteriza a la evaluación curricular pues permite
ajustarse perfectamente a las características y demandas de la población de sordociegos. Dicha
aproximación genera una evaluación específica de cada sujeto en cuanto a un gran número de
habilidades adaptativas, orientadas a alcanzar la máxima integración posible en los diferentes
contextos y, en última instancia, en su comunidad de origen.
Es necesario apuntar el poco conocimiento de este tipo de instrumentos de evaluación para la
población sordociega, así como los pocos existentes en el mercado, una razón más por lo que ha
surgido esta necesidad de estudio científico.
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4. Diseño metodológico empleado.
En este último apartado procederemos a realizar un análisis de nuestro modelo: el estudio de
casos. Realizando una somera justificación del mismo, acompañada de su descripción y
conceptualización, tipo de unidades a los que puede aplicarse, es decir campo de aplicación; sus
fases, el contenido y la evaluación de las mismas.
El estudio de casos es uno de los modelos de investigación, como ya hemos puesto de
manifiesto anteriormente, más empleado en la investigación educativa. El carácter clínico se
vislumbra en su diseño particularmente apropiado para el estudio de situaciones que requieren un
notable grado de intensidad y normalmente, un relativamente reducido periodo de intervención. En
este sentido, es una forma privilegiada de investigación etnográfica, y particularmente en la que