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La sordoceguera - APSA

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habilidades (Davidson y Neale, 1980). <strong>La</strong> determinación de la “predicción” como “profecía” es<br />

bastante tangible. Sternberg (1981,1986) señalaba que el modelo psicométrico no ha tenido éxito<br />

porque se ha ocupado más por especificar las diferencias individuales que en diseñar programas de<br />

entrenamiento de la inteligencia. A pesar de todo, el análisis factorial constituye una herramienta<br />

muy poderosa para estudiar el funcionamiento intelectual de los seres humanos.<br />

Actualmente, en el dominio de la <strong>sordoceguera</strong>, la puesta en evidencia de los diferentes<br />

niveles de funcionamiento de un individuo no puede realizarse sólo sobre la base de los resultados<br />

psicométricos. Estos tienen un valor reducido, ya que no han sido desarrollados de forma<br />

estandarizada. <strong>La</strong> concepción normativa, o bien considera la <strong>sordoceguera</strong> como fija e inalterable,<br />

con el consiguiente pesimismo práctico, o bien se limita a lo puramente instrumental y descriptivo<br />

de una situación de hecho, en cuyo caso necesita ser contemplada con otras hipótesis sobre el origen<br />

de la patología y sobre la posible rehabilitación del alumno para el desarrollo de sus capacidades a<br />

un nivel integral.<br />

B. <strong>La</strong> referencia evolutiva.<br />

Este modelo, según Fierro (1984) sigue al anterior en orden tanto temporal como de fama y<br />

notoriedad pública. A partir de sus presupuestos se habla más de retraso o retardo puesto que realiza<br />

una expresa referencia al despliegue de unos procesos de desarrollo, de una maduración y de un<br />

aprendizaje en unas coordenadas cronológicas prefijadas.<br />

Aquellos individuos dictaminados y encasillados en un primer momento con los parámetros<br />

anteriores como deficientes, por el hecho de ser considerados inferiores, comparativamente<br />

hablando, a la capacidad intelectual media de la población, en este enfoque son vistos como<br />

retrasados. Bajo este nuevo prisma, el mero retraso o retardo, no implica una deficiencia; empero,<br />

podemos argumentar que además de retraso, suele producirse una cierta deficiencia. Su mecanismo<br />

responde al siguiente esquema: el individuo conseguirá más lentamente los umbrales evolutivos que<br />

el resto de su misma edad, por lo tanto ciertos umbrales se constituirán en techo, esto es algunos<br />

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J. Inmaculada Sánchez Casado. Tesis Doctoral LA SORDOCEGUERA.<br />

niveles de capacidad no podrá adquirirlos nunca. En esa dirección, su dificultad no estriba<br />

esencialmente en el retraso, sino también forma parte de una deficiencia en sentido estricto como ya<br />

manifestaba Fierro (1984).<br />

Destacamos, al mismo tiempo, que en el proceso evolutivo de los sordociegos no produce<br />

armonía o equilibrio de las distintas áreas conductules, sino más bien desigualdad, irregularidad,<br />

disarmonía, en definitiva heterocronia, según el concepto de Zazzo (1965). Sencillamente, porque la<br />

pauta de desarrollo de esos sujetos retrasados suele ser diferente, extrañamente idiosincrásica. Si<br />

partimos del supuesto siguiente: una existencia y regularidad de ciertos procesos evolutivos,<br />

mediadores de madurez y plenitud en cuanto a las aptitudes mentales y/o sociales, concluiremos, por<br />

consiguiente, en atribuir a dichos individuos atraso, lentitud y disfunciones en sus procesos de<br />

desarrollo. Es decir, se presupone que las causas corresponsables descansan en aquellas<br />

disfunciones específicas de los procesos de maduración y/o aprendizaje de la <strong>sordoceguera</strong>.<br />

Podemos comenzar comentando muy suscintamente el trabajo desarrollado merced a las<br />

denominadas escalas piagetianas. Siguiendo las aportaciones de Inhelder (1965), y cuyas<br />

conclusiones han sido confirmadas por numerosos autores como Woodward, 1959; Teiss, 1967;<br />

Stephens et al. , 1971, 1972; Barenbaum, 1976; Weisz y Zigler, 1979; Weisz y Yeates, 1981, las<br />

notas caracterizadoras que perfilan el desarrollo cognitivo de los deficientes apuntan a:<br />

* un desarrollo cognitivo aproximado al de los sujetos considerados como normales,<br />

aunque la velocidad de progresión es mucho más lenta.<br />

* una fijación en estadios inferiores de la organización cognoscitiva.<br />

* una existencia de una viscosidad genética, es decir reaparición de esquemas<br />

anteriores en el funcionamiento actual del sujeto.<br />

Además algunas investigaciones de Inhelder (1963), pusieron de manifiesto que los retrasados<br />

graves y profundos quedan fijados en el estadio de la inteligencia sensoriomotora, con un<br />

equivalente de 0 a 2 años en el sujeto normal; los moderados son incapaces de superar el período<br />

preoperativo, estadio superado entre los 2 a 7 años normalmente; y aquellos considerados como<br />

ligeros pueden caracterizarse por una fijación en el estadio de las operaciones concretas, es decir<br />

estadio que alcanza entre los 7 a 11 años de un desarrollo normal. Jourdan-Ionescu (1987),<br />

esquematizaron ciertos instrumentos de evaluación construídos sobre parámetros piagetianos, los

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