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TENGO<br />

Capítulo 8<br />

Ir a un lugar desconocido y conocer a un desconocido<br />

Mucha gente considera la mañana del domingo como un símbolo de descanso.<br />

Pero, en su infancia, Tengo no había tenido ni un sola mañana de domingo grata. Los<br />

domingos siempre lo apesadumbraban. Cuando llegaba el fin de semana, su cuerpo<br />

languidecía, perdía el apetito y le dolían diferentes partes del cuerpo. Para Tengo, los<br />

domingos eran como una luna deforme que siempre muestra su lado oscuro. De<br />

niño, a menudo pensaba en lo estupendo que sería si el domingo no llegara. En lo<br />

bien que lo pasaría si cada día hubiera colegio, si nunca descansara. También rezaba<br />

para que el domingo no viniera —aunque es obvio que sus plegarias quedaban<br />

desatendidas. Se hizo adulto y los domingos no volvieron a ser una amenaza real,<br />

pero, aun así, al despertarse la mañana del domingo sentía una aflicción absurda. Las<br />

articulaciones le crujían y sentía náuseas. Aquella reacción le calaba hondo.<br />

Probablemente hasta el profundo dominio de la inconsciencia.<br />

Su padre, que trabajaba de cobrador para la NHK, se llevaba consigo todos los<br />

domingos a Tengo, que aún era pequeño, a cobrar. Desde la primera vez, antes de<br />

entrar en la escuela de párvulos, hasta que estuvo en quinto de primaria, Tengo lo<br />

acompañó todos los domingos, sin falta, excepto aquellos en que había alguna<br />

actividad especial del colegio. Al levantarse, a las siete de la mañana, su padre le<br />

lavaba la cara bien lavada con jabón, inspeccionaba a conciencia sus orejas y uñas, lo<br />

vestía de la forma más pulcra (pero discreta) posible y le hacía una promesa: «Anda,<br />

que luego te llevo a comer algo delicioso».<br />

Tengo no sabía si los demás cobradores de la NHK también trabajaban en los<br />

días de descanso. Pero, por lo que recordaba, su padre trabajaba sin falta cada<br />

domingo. Trabajaba con más entusiasmo aún que de costumbre, porque los<br />

domingos podía encontrar en casa a aquellas personas que durante los días laborales<br />

estaban ausentes.

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