13.05.2013 Views

pablo.pdf

pablo.pdf

pablo.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

tomar café o sándwiches de jamón. —Aomame sólo asintió, sin manifestar su<br />

opinión—. Somos una gran congregación, de modo que necesitamos cierta disciplina,<br />

evidentemente. Sin embargo, una excesiva exposición a formas rígidas podría<br />

desviar la atención del objetivo esencial. Los preceptos y doctrinas se adoptan<br />

exclusivamente por conveniencia. Lo importante no es el marco, sino el contenido.<br />

—Y el líder es quien ofrece el contenido, ¿no?<br />

—Sí. Él puede escuchar la voz que nuestros oídos no alcanzan a oír. Es alguien<br />

especial. —El rapado volvió a mirar a Aomame a la cara—. ¡Gracias por su trabajo!<br />

Parece que acaba de escampar.<br />

—¡Vaya tormenta! —exclamó Aomame.<br />

—Y que lo diga —dijo el rapado. Sin embargo, parecía que la lluvia y la tormenta<br />

no le interesaban demasiado.<br />

Aomame se despidió inclinando ligeramente la cabeza hacia delante, recogió la<br />

bolsa y se encaminó hacia la entrada.<br />

—Espere un minuto. —El rapado la detuvo a sus espaldas. Tenía una voz<br />

penetrante.<br />

Aomame se paró en medio de la habitación y se dio la vuelta. Su corazón latía<br />

con un ruido seco y estridente. Su mano derecha se colocó de forma natural en la<br />

cintura.<br />

—La alfombrilla —dijo aquel hombre joven—. Se olvida la alfombrilla. Está<br />

extendida en el suelo del dormitorio.<br />

Aomame sonrió.<br />

—Ahora está profundamente dormido sobre ella y no vamos a apartarlo para<br />

cogerla. Si les parece bien, quédense con ella. No es un objeto de valor y está bastante<br />

usada. Si no la necesitan, desháganse de ella.<br />

El rapado meditó un instante pero enseguida asintió.<br />

—Muchas gracias por haber venido —dijo.<br />

Cuando Aomame se acercó a la salida, el de la coleta se levantó de la silla y le<br />

abrió la puerta. Luego hizo una pequeña inclinación de cabeza. «Al final no ha dicho<br />

ni una palabra», pensó Aomame. Ella le devolvió la reverencia y se dispuso a<br />

escabullirse.<br />

Pero en ese preciso instante la idea de que podría suceder algo violento le<br />

atravesó la piel como una intensa corriente eléctrica. El de la coleta había extendido<br />

la mano rápidamente y le agarraba el brazo derecho. Debía de haber sido un<br />

movimiento veloz y preciso. Como cuando se quiere atrapar una mosca en el aire.<br />

Aomame se imaginó ese instante con tanta viveza, que se le quedaron tiesos todos los<br />

músculos del cuerpo. Se le puso la carne de gallina y su corazón se saltó un latido. La<br />

respiración se le atragantó y un bicho de hielo recorrió su espalda. Sus sentidos se

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!