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concentrarme en fenómenos que no tengan ninguna relación con el sexo», pensó<br />

Tengo.<br />

Volvió a reflexionar un rato en la interacción entre Sonny y Cher y la pareja de<br />

pitones. ¿Tendrían temas de conversación en común? Si los tuvieran, ¿qué tipo de<br />

temas serían? ¿Podrían cantar alguna canción? Poco después, cuando la fuente de<br />

imaginación relativa al arca en medio de la tempestad se agotó, realizó<br />

multiplicaciones mentales de números de tres cifras. Era algo a lo que recurría a<br />

menudo cuando hacía el amor con su novia mayor que él. Eso le permitía retrasar el<br />

momento de la eyaculación (ella era extremadamente exigente al respecto). Tengo no<br />

sabía si tendría algún efecto en el control de la erección, pero era mejor que nada.<br />

Debía hacer algo.<br />

—No pasa nada si se pone dura —dijo Fukaeri, como si le hubiera leído el<br />

pensamiento.<br />

—¿No pasa nada?<br />

—No es nada malo.<br />

—No es nada malo. —Tengo repitió sus palabras. «Parezco un estudiante de<br />

primaria recibiendo una clase de educación sexual», pensó Tengo. «Uno no debe<br />

avergonzarse por tener una erección; no es nada malo. Pero, naturalmente, hay que<br />

saber elegir el lugar y el momento.»<br />

—Entonces, ¿qué? ¿Ya ha empezado la purificación? —preguntó Tengo para<br />

cambiar de tema.<br />

Fukaeri no contestó. Sus pequeñas y hermosas orejas parecían estar intentando<br />

captar algo en medio del estruendo de los truenos. Tengo se dio cuenta y por eso<br />

decidió no hablar más. Dejó de multiplicar números de tres cifras. «Si a Fukaeri no le<br />

importa que me empalme, no pasa nada si me empalmo», pensó. A pesar de todo, su<br />

pene no daba muestras de sufrir una erección. De momento permanecía tendido<br />

tranquilamente en medio de un cieno de paz.<br />

—Me gusta tu polla —le había dicho su novia—. La forma, el color y el tamaño.<br />

—Pues a mí no me gusta nada —dijo Tengo.<br />

—¿Por qué? —preguntó ella cogiendo y sopesando el pene flácido de Tengo en<br />

la palma de su mano, como si se tratara de una mascota dormida.<br />

—No lo sé —contestó él—. Quizá porque no es algo que yo haya elegido...<br />

—¡Eres un tipo raro! —dijo ella—. Tienes una manera rara de pensar.<br />

Aquella conversación había tenido lugar en tiempos inmemoriales. Antes del<br />

diluvio universal. Quizás.

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