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—De acuerdo —contestó Fukaeri, y repitió—: dejas sonar tres veces y luego<br />

cuelgas. Entonces vuelves a llamar. Cojo el teléfono. —Sonó como si estuviera<br />

traduciendo de forma improvisada un epitafio de una antigua lápida.<br />

—Es importante, así que no lo olvides —dijo Tengo.<br />

Fukaeri asintió dos veces.<br />

Tengo dio sus dos clases, volvió a la sala de profesores y se preparó para<br />

marcharse. La chica de recepción llegó y le informó de que Ushikawa se había<br />

presentado para verlo. Se lo dijo con pena, como una mensajera de buen corazón<br />

comunicando una noticia desafortunada. Tengo le dio las gracias con una luminosa<br />

sonrisa. No podía culpar a la mensajera.<br />

Ushikawa lo esperaba en la cafetería que había junto al vestíbulo, tomándose un<br />

café con leche. El café con leche era una bebida que no le pegaba en absoluto.<br />

Además, mezclado entre aquellos estudiantes jóvenes y animados, la singularidad de<br />

su apariencia destacaba aún más. Daba la impresión de que la fuerza de la gravedad,<br />

los grados de concentración atmosférica y de refracción de la luz fueran diferentes en<br />

la zona en la que se encontraba. Desde lejos parecía realmente una noticia<br />

desafortunada. La cafetería se llenaba durante el recreo, pero en la mesa para seis<br />

personas en la que estaba sentado Ushikawa no había nadie más. Siguiendo su<br />

instinto natural, los estudiantes evitaban a Ushikawa, igual que ciervos huyendo de<br />

un lobo.<br />

Tengo pidió un café en la barra y se sentó frente a Ushikawa, que parecía acabar<br />

de tomarse en ese instante un bollo de crema. Sobre la mesa había una bolsa de papel<br />

enrollada y en la comisura de los labios tenía restos de bollo. El bollo de crema<br />

también era un alimento que no le pegaba.<br />

—¡Cuánto tiempo, señor Kawana! —Al ver a Tengo, Ushikawa se levantó<br />

ligeramente y lo saludó—. Siento presentarme así de pronto, como siempre.<br />

Tengo obvió los saludos y fue al grano.<br />

—Supongo que vendrá buscando mi respuesta, ¿no? Quiero decir, la respuesta a<br />

la proposición del otro día...<br />

—Pues sí —dijo Ushikawa—, en resumidas cuentas sí.<br />

—Señor Ushikawa, ¿podría hablar hoy de forma un poco más abierta y concreta?<br />

¿Qué es lo que quieren ustedes de mí a cambio de esa «subvención»?<br />

Ushikawa miró con cautela a su alrededor, pero no había nadie cerca, y como los<br />

estudiantes armaban mucho barullo en la cafetería, no había peligro de que alguien<br />

los escuchara a escondidas.<br />

—Bien. Le haré un gran favor y le hablaré francamente —dijo Ushikawa<br />

reclinando medio cuerpo sobre la mesa y haciendo un punto de inflexión—. El

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