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garante. Gracias a él, el padre de Tengo consiguió fácilmente hacerse cobrador de la<br />

NHK. Recibió un curso, le dieron un uniforme y le asignaron una cantidad de<br />

trabajo. Los japoneses se sobreponían a duras penas al shock de la derrota y<br />

buscaban divertirse en medio de una vida de miseria. La música, las risas y el<br />

deporte de la radio eran la diversión más accesible y barata, y además el nivel de<br />

difusión de la radio por aquella época no podía ni compararse al que había antes de<br />

la guerra. La NHK necesitaba una gran cantidad de personas que recorrieran todos<br />

los lugares recolectando la tarifa de recepción.<br />

El padre de Tengo realizaba su trabajo con gran entusiasmo. Sus puntos fuertes<br />

eran su vigor y su paciencia. Después de todo, desde que había nacido nunca había<br />

tenido la oportunidad de comer hasta saciarse. Para alguien como él, el trabajo de<br />

cobrador de la NHK no era arduo en absoluto. Aunque lo colmasen de insultos, a él<br />

no le importaba. Y a pesar de hallarse en la base de la jerarquía, se sentía<br />

completamente satisfecho de pertenecer a una enorme organización como aquélla.<br />

Trabajó durante un año a destajo como cobrador por encargo, sin garantías de<br />

mantener el puesto en el futuro, pero como su rendimiento y su actitud profesional<br />

eran excelentes lo contrataron como cobrador de plantilla de la NHK. Fue una<br />

elección excepcional, teniendo en cuenta las costumbres de la NHK. Era verdad que<br />

había obtenido un excelente rendimiento en zonas donde el cobro resultaba<br />

particularmente difícil, pero no cabía duda de que por detrás estaba la influencia del<br />

funcionario del Ministerio de Telecomunicaciones que actuaba como su garante.<br />

Recibía un salario base al cual se le añadían diferentes gratificaciones. Entró en una<br />

residencia oficial de la empresa y también pudo afiliarse a un seguro médico. No<br />

había ni punto de comparación con el trato que daban, en general, a los cobradores<br />

por encargo, casi como si fueran de usar y tirar. Aquél era el mayor golpe de suerte<br />

que había tenido en su vida. Al fin y al cabo, había podido establecerse en la base del<br />

tótem.<br />

Su padre le había contado aquella historia hasta la saciedad. No le había cantado<br />

nanas, ni le había leído cuentos al lado de la cama. En cambio, le había hablado una y<br />

otra vez de las experiencias que había vivido en la realidad. La historia entera: que<br />

nació en una familia de arrendatarios pobres en Tōhoku y fue criado como un perro,<br />

a base de trabajo y tundas; luego se fue a Manchuria como miembro de un Cuerpo de<br />

Explotación, labró tierras yermas mientras espantaba a bandoleros y manadas de<br />

lobos con el rifle, en una tierra en donde la orina se congelaba cuando uno se ponía a<br />

mear; huyó para salvar el pellejo de las unidades de tanques del Ejército soviético,<br />

regresó sano y salvo a Japón sin que lo enviaran a los campos de refugiados de<br />

Siberia y sobrevivió al desbarajuste de la posguerra con el estómago vacío, hasta que,<br />

afortunadamente, se hizo cobrador fijo de la NHK gracias a una casualidad del<br />

destino. El puesto de cobrador de la NHK era el final feliz de la historia. Y colorín<br />

colorado, este cuento se ha acabado.<br />

Al padre se le daba bastante bien contarlo. No había forma de saber hasta qué<br />

punto era real, pero resultaba creíble. Y aunque tampoco fuera significativo, los

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