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—¿Quieres decir que no funcionaba el lesbianismo?<br />

—No. No me refiero a que el lesbianismo no funcionara o que me repugnara.<br />

Quiero decir que pensé que no podía mantener ese tipo de relación con aquella<br />

persona. No quería que una valiosa amistad se transformara en algo tan físico.<br />

—Ya veo —dijo Ayumi—. Aomame, ¿podría quedarme en tu casa esta noche?<br />

No me apetece volver ahora a la residencia. Si regreso allí, este ambiente tan<br />

distinguido que se ha creado se iría al garete al instante.<br />

Aomame tomó el último sorbo de Daikiri y dejó la copa sobre la barra.<br />

—Te puedes quedar, pero sin cosas extrañas.<br />

—Sí, de acuerdo, no es por eso. Sólo quiero estar un poco más contigo. Dormiré<br />

donde sea, que yo soy capaz de dormir en el suelo o en donde haga falta. Además,<br />

mañana no tengo trabajo, así que puedo descansar por la mañana.<br />

Regresaron al apartamento de Jiyūgaoka en metro. El reloj marcaba las once<br />

menos algo. Ambas habían estado emborrachándose placenteramente, y tenían<br />

sueño. Aomame preparó el sofá y le prestó un pijama a Ayumi.<br />

—¿Podemos dormir juntas un poco en la cama? Sólo quiero pegarme un poco a<br />

ti. No voy a hacer nada raro. Te lo prometo —dijo Ayumi.<br />

—De acuerdo —dijo Aomame. Le sorprendió que una chica que hasta entonces<br />

había matado a tres hombres fuera a dormir en la misma cama con una agente de<br />

policía en activo. El mundo era extraño.<br />

Ayumi se metió en la cama y rodeó con los brazos el cuerpo de Aomame. Sus<br />

recios pechos presionaban el brazo de Aomame. El aliento le olía a una mezcla de<br />

alcohol y pasta de dientes.<br />

—Aomame, ¿crees que tengo las tetas demasiado grandes?<br />

—Ni hablar. Tienen un aspecto genial.<br />

—Pero, al tener las tetas grandes, da la impresión de que soy una cabeza hueca.<br />

Además, cuando corro se me bambolean, y me da vergüenza poner a secar en el<br />

tendedero los sujetadores, que parecen un par de cuencos de ensalada.<br />

—Por lo visto a los hombres les gustan así.<br />

—Y es que hasta los pezones los tengo demasiado grandes.<br />

Ayumi se desabrochó los botones del pijama, se sacó un pecho y le enseñó el<br />

pezón a Aomame.<br />

—¡Mira qué grande es! ¿No te parece extraño?

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