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hombre, «un Cutty Sark on the rocks». «Sí, señorita», respondió el barman<br />

inexpresivo.<br />

El hombre se desabrochó el botón superior de la camisa y aflojó un poco la fina<br />

corbata azul marino con estampados. El traje también era azul marino. La camisa era<br />

azul claro con cuello normal. Aomame esperó leyendo a que le trajeran el Cutty Sark.<br />

Entretanto, se desabrochó con naturalidad un botón de la blusa. El grupo<br />

interpretaba It's Only a Paper Moon. El pianista sólo cantó un estribillo. Cuando le<br />

trajeron el on the rocks, Aomame se lo llevó a la boca y tomó un trago. Sintió que el<br />

hombre la estaba mirando de reojo. Alzó la vista del libro y la dirigió hacia el<br />

hombre. Sin aspavientos, como por casualidad. Sus ojos se encontraron y ella sonrió<br />

como si no pasara nada. Entonces volvió a mirar inmediatamente hacia delante y<br />

fingió contemplar el paisaje nocturno por la ventana.<br />

Era el momento ideal para que él la abordara. Ella había creado aquella situación<br />

aposta. Pero el hombre no la abordaba. «¡Joder! ¿Pero qué hace?», pensó ella. Ya no<br />

era un chaval novato; tenía que entender una señal sutil como aquélla. «Quizá no<br />

tenga huevos», supuso. Le debía de preocupar que, al dirigirse a ella, él con<br />

cincuenta años y ella veinteañera, lo ignorara o que se riera de que era un viejo calvo.<br />

¡Vaya! No se enteraba de nada.<br />

Aomame cerró el libro y lo metió en el bolso. Luego abordó al hombre.<br />

—¿Te gusta el Cutty Sark? —le preguntó.<br />

El hombre la miró como sorprendido. En su rostro afloró una expresión de no<br />

haber entendido lo que le había preguntado. Después, borró ese gesto de su cara.<br />

—¡Ah! Sí, Cutty Sark —dijo de repente—. Me gusta esa marca desde hace mucho<br />

tiempo, siempre la bebo; es que tiene un dibujo de un velero.<br />

—Entonces te gustan los barcos.<br />

—Sí. Me gustan los veleros.<br />

Aomame alzó el vaso. El hombre también alzó un poco su highball. Como si<br />

fueran a brindar.<br />

A continuación, Aomame se colgó al hombro el bolso bandolera, cogió el vaso de<br />

on the rocks, se deslizó dos asientos y se sentó junto al hombre. Él parecía un poco<br />

sorprendido, pero intentó que no se le notara en el gesto.<br />

—He quedado con una antigua compañera de instituto, pero me parece que me<br />

ha dejado plantada —dijo Aomame mirando el reloj de pulsera—. Ni ha aparecido,<br />

ni me ha llamado.<br />

—¿No se habrá confundido de día?<br />

—Puede ser, porque siempre ha sido una chica bastante despistada —dijo<br />

Aomame—. Creo que la voy a esperar un poco más; mientras, ¿podría charlar un<br />

poco contigo? ¿O prefieres estar solo?

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