13.05.2013 Views

pablo.pdf

pablo.pdf

pablo.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Al volver en sí, tenía diez años y estaba en un aula de la escuela primaria. Podía<br />

aspirar el aire que allí había y sentir el olor de la madera barnizada y de la tiza<br />

adherida al borrador. En el aula sólo estaban él y aquella niña. No había ningún otro<br />

niño presente. Ella había aprovechado rápida y resueltamente aquella oportunidad.<br />

O quizás había estado esperándola durante mucho tiempo. En cualquier caso, la niña<br />

se plantó allí, estiró el brazo derecho y agarró la mano izquierda de Tengo. Sus ojos<br />

escrutaban fijamente los de Tengo.<br />

La boca se le resecó. Toda humedad allí contenida desapareció. Fue algo tan<br />

repentino, que no supo qué hacer, qué decir. Se quedó simplemente de pie, mientras<br />

ella le agarraba la mano. Poco después sintió un tenue pero profundo y sordo dolor<br />

en el fondo de los riñones. Era la primera vez que experimentaba algo así. Un dolor<br />

sordo semejante al fragor del mar oído de lejos. Al mismo tiempo, escuchó sonidos<br />

reales: un griterío de niños que entró bruscamente por la ventana abierta, el ruido de<br />

un balón de fútbol siendo chutado, el ruido de un bate de béisbol golpeando una<br />

pelota de sófbol, los chillidos de unas niñas de un curso inferior quejándose por algo.<br />

Una flauta dulce ensayaba torpemente The Last Rose of Summer. Era al terminar las<br />

clases.<br />

Pensó en agarrar a su vez la mano de la niña con el mismo vigor, pero sus manos<br />

se habían quedado sin energía. La niña tenía demasiada fuerza. Al mismo tiempo, el<br />

cuerpo de Tengo era incapaz de moverse como él quería. Por algún motivo no podía<br />

mover ni un dedo. Como si sufriera una parálisis del sueño.<br />

«Parece que el tiempo se ha detenido», pensó Tengo. Respiró con calma y prestó<br />

atención a su propia respiración. El fragor del mar proseguía. Cuando se dio cuenta,<br />

todo sonido real había desaparecido. El dolor sordo en el fondo de los riñones había<br />

adoptado una forma diferente más restringida, y se le añadió un entumecimiento<br />

particular. Ese entumecimiento se transformó en un fino polvo que se mezcló con su<br />

sangre, roja y caliente, y, debido al impulso ejercido por la fuerza del fuelle que le<br />

proporcionaba un corazón de trabajador nato, fue enviado honestamente a todo el<br />

cuerpo a través de los vasos sanguíneos. En su pecho se formó una pequeña nube<br />

compacta que alteró el ritmo de su respiración e imprimió mayor solidez a los latidos<br />

de su corazón.<br />

«Algún día, más adelante, comprenderé el significado y el objetivo de este<br />

acontecimiento», pensó Tengo. Para ello necesitaba guardar aquel instante en su<br />

conciencia con la mayor precisión y claridad posibles. En ese momento no era más<br />

que un chiquillo de diez años al que sólo se le daban bien las matemáticas. Ante él se<br />

alzaba una nueva puerta, pero no sabía qué era lo que le esperaba detrás. Era<br />

impotente e ignorante, estaba emocionalmente confuso, y no era poco el miedo que<br />

sentía. Él mismo lo sabía. Además, ella tampoco esperaba que lo entendiera en ese<br />

preciso instante. Lo que ella deseaba era únicamente hacerle llegar sus sentimientos.<br />

Éstos estaban dentro de una sólida cajita, envueltos con un pulcro papel de regalo<br />

atado bien fuerte con un lazo. Ella le había entregado su paquete a Tengo.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!