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—No me suena, no.<br />

—La familia de Fukada se fue con él. Me refiero a su esposa y a Eri. Toda la<br />

familia entró en Takashima. ¿Sabes algo de la Academia Takashima?<br />

—Más o menos —dijo Tengo—. Es una organización parecida a una comuna, en<br />

la que llevan una vida totalmente en común y subsisten gracias a la agricultura.<br />

También se dedican a la industria láctea y operan a nivel nacional. No reconocen la<br />

propiedad privada; todas las posesiones son compartidas.<br />

—Exacto. En el sistema de Takashima, Fukada buscaba una utopía —dijo el<br />

profesor todo serio—. Pero huelga decir que las utopías no existen en este mundo.<br />

Igual que no existen la alquimia o el movimiento permanente. Si quieres mi opinión,<br />

Takashima lo que hace es producir robots incapaces de pensar. Extrae de las cabezas<br />

de la gente el circuito que les permite pensar por sí mismos. Es el mismo mundo que<br />

el que George Orwell describió en su novela. Pero, como ya sabrás, no son pocos los<br />

que buscan por propia voluntad ese estado de muerte cerebral, ya que no hay duda<br />

de que así es más cómodo. No necesitan devanarse los sesos con complicaciones; sólo<br />

tienen que obedecer lo que les dicen los de arriba. Nunca se quedarán sin un medio<br />

de subsistencia. Para quien busca ese tipo de ambiente, la Academia Takashima<br />

seguramente sea una utopía.<br />

»Pero Fukada no era así. Era alguien que siempre pensaba por sí mismo. Un<br />

hombre que vivía haciendo de ello su carrera profesional.<br />

Por lo tanto, era imposible que se sintiera satisfecho en un lugar como<br />

Takashima. Por supuesto, él lo sabía desde el principio. Lo habían expulsado de la<br />

universidad, lo acompañaban unos cuantos estudiantes cabezones, no tenía adonde<br />

ir y simplemente eligió aquel sitio como refugio provisional. Es más, lo que él quería<br />

era aprender la manera de trabajar que habían adoptado en Takashima. Ante todo,<br />

necesitaban aprender técnicas agrícolas. Fukada y los estudiantes se habían criado en<br />

la ciudad y no tenían ni idea de agricultura, del mismo modo que yo no sé nada<br />

sobre ingeniería de cohetes, así que necesitaban adquirir conocimientos y técnicas<br />

prácticos. Había mucho que aprender sobre dispositivos de irrigación, posibilidades<br />

y límites de la autarquía o determinados principios de la vida comunal. En los dos<br />

años que vivieron en Takashima aprendieron todo lo que pudieron. Eran unos tipos<br />

que, si les interesaba, podían aprender rápido. Analizaron con precisión las virtudes<br />

y los puntos débiles de Takashima. Luego, Fukada se fue de allí y se independizó con<br />

su propia facción.<br />

—Era divertida, Takashima —intervino Fukaeri.<br />

El profesor sonrió.<br />

—Para los niños pequeños, está claro que era divertida. Pero al madurar y<br />

desarrollar una conciencia de sí mismos, para muchos de los chavales la vida en<br />

Takashima se parecía más a un infierno, puesto que el deseo natural de pensar por sí

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