13.05.2013 Views

pablo.pdf

pablo.pdf

pablo.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

TENGO<br />

Si es lo que deseas<br />

Capítulo 4<br />

El timbre del teléfono despertó a Tengo. Las agujas luminosas del reloj marcaban<br />

un poco más de la una. Huelga decir que todo estaba oscuro a su alrededor. Sabía<br />

desde el principio que era Komatsu quien lo llamaba. Aparte de él, ningún otro<br />

conocido lo llamaría pasada la una de la madrugada. Y no había nadie más, aparte de<br />

él, que dejara sonar el teléfono incansablemente, con tal insistencia, hasta que la otra<br />

persona cogía el auricular. La noción de tiempo no existía para Komatsu. Cuando se<br />

le ocurría algo, llamaba al instante, sin tener en cuenta la hora. Fuera en plena noche<br />

o temprano por la mañana, durante la luna de miel o en el lecho de muerte; la idea<br />

prosaica de que a la otra persona podría molestarle que la llamaran por teléfono no<br />

parecía pasar por aquella cabeza ovalada.<br />

Pero la realidad es que no, aquello no se lo hacía a cualquiera. Al fin y al cabo,<br />

Komatsu cobraba por trabajar dentro del sistema. No podía ir por ahí comportándose<br />

de manera insensata con cualquiera. Como se trataba de Tengo, sí que podía. Para<br />

Komatsu, Tengo era más o menos una prolongación de sí mismo. Igual que una<br />

extremidad. No había distinción entre el uno y el otro. Por lo tanto creía que cuando<br />

él estaba despierto, el otro también debería estarlo. Cuando no había ningún asunto<br />

pendiente, Tengo se acostaba a las diez de la noche y se levantaba a las seis de la<br />

mañana. Por lo general, llevaba una vida ordenada. Era de buen dormir, pero cuando<br />

algo lo despertaba, se desvelaba. Formaba parte de su temperamento nervioso. Se lo<br />

había dicho cientos de veces a Komatsu. Le había pedido claramente que dejara de<br />

llamarlo por teléfono en plena noche. Como un campesino que le implora a Dios que<br />

no envíe una plaga de langostas a sus tierras antes de la cosecha. «Entendido. Ya no<br />

voy a llamarte más de noche», le decía Komatsu. Pero como aquellas promesas no<br />

arraigaban lo suficiente en su consciencia, bastaba con que cayera un solo chaparrón<br />

para que el agua se las llevara consigo como si nada.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!