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Desde pequeño he sido corpulento y se me daba bien el judo. Siempre obtenía<br />

buenas clasificaciones en los campeonatos de la prefectura. Pero a nivel superior<br />

había unos cuantos judokas más fuertes que yo. En la universidad no me eligieron<br />

como representante para participar en los campeonatos nacionales. Para mí eso<br />

supuso una conmoción y durante un tiempo no supe quién era. Pero es natural,<br />

porque en realidad no soy nadie.<br />

Tengo abrió la botella de agua mineral que llevaba consigo y bebió un trago.<br />

Luego volvió a sentarse en el taburete.<br />

—Como le dije antes, le estoy agradecido. Creo que no soy su verdadero hijo.<br />

Estoy prácticamente convencido. Y le agradezco haberme criado a pesar de no tener<br />

ningún vínculo sanguíneo conmigo. Criar solo a un niño pequeño no debe de haber<br />

sido fácil. Hoy, al recordar cuando me llevaba a cobrar la cuota de la NHK, me<br />

pongo enfermo y me siento dolido. Pero me imagino que a usted no se le ocurría otra<br />

manera de comunicarse conmigo. Al fin y al cabo, aquello era lo que usted mejor sabía<br />

hacer. Como el único punto de contacto entre usted y la sociedad. Supongo que quería<br />

mostrármelo. Ahora me doy cuenta. Obviamente, usted también era consciente de<br />

que ir acompañado de un niño facilitaba el cobro. Pero seguro que no se trataba sólo<br />

de eso.<br />

Tengo volvió a hacer una pequeña pausa para dejar que sus palabras calaran en<br />

la cabeza del padre. Entretanto, ordenó sus ideas.<br />

—Sin embargo, cuando era niño no me daba cuenta. Sólo me avergonzaba y<br />

sufría por tener que hacer el recorrido del cobro todos los domingos, mientras mis<br />

compañeros jugaban y se divertían. No podía evitar odiar los domingos. Ahora, en<br />

cierto modo, lo comprendo. No quiero decir que fuera correcto lo que usted hacía. A<br />

mí me dolía en el corazón. Es duro para un niño. Pero ya forma parte del pasado. No<br />

se preocupe. Siento que, gracias a ello, me he curtido bastante. Vivir en este mundo<br />

no es sencillo. La experiencia me lo ha enseñado.<br />

Tengo abrió las manos y observó durante un rato sus palmas.<br />

—De ahora en adelante seguiré viviendo. Me pregunto si podré hacerlo mejor<br />

que hasta el día de hoy, sin dar rodeos absurdos. No sé qué es lo que quiere hacer<br />

usted. Tal vez desee seguir durmiendo tranquilamente para siempre, como ahora. No<br />

volver a despertarse. Si ése es el caso, me parece bien. Si es lo que desea, yo no puedo<br />

impedirlo. No me queda más remedio que dejarlo sumido en su profundo sueño. En<br />

todo caso, sólo quería decirle lo que le acabo de contar. Lo que he hecho hasta el día<br />

de hoy. Lo que he pensado. Quizá no quería oír hablar de ello. Si así fuera, le pido<br />

disculpas. De todas formas, ya he terminado. Ya le he dicho todo lo que le tenía que<br />

decir. No lo molesto más. Puede seguir durmiendo a gusto.<br />

Pasadas las cinco, la enfermera Ōmura se presentó con el bolígrafo metido en el<br />

pelo y examinó la cantidad de infusión. Esta vez no le tomó la temperatura.

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