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—Yo también tengo imágenes como ésa.<br />

—Más vale que las conserves.<br />

—Ya lo hago —dijo Aomame.<br />

—Y otra cosa que te quería decir es que te voy a proteger todo cuanto pueda. Si<br />

le tengo que partir la cara a alguien, sea quien sea, iré y se la partiré. No me importa<br />

ganar o perder; no te abandonaré.<br />

—Gracias.<br />

Hubo un apacible silencio durante unos segundos.<br />

—No salgas del piso durante algún tiempo. Piensa que si das un solo paso fuera<br />

estás en la jungla. ¿Vale?<br />

—De acuerdo —dijo Aomame.<br />

Entonces la comunicación se cortó. Tras devolver el auricular a su sitio, Aomame<br />

se dio cuenta de que lo había estado agarrando con todas sus fuerzas.<br />

«Tamaru me ha querido comunicar que ahora soy un miembro imprescindible<br />

de la familia a la que ellos pertenecen y que una vez establecidos esos vínculos no<br />

podrán cortarse jamás. Nos une una pseudo-sangre, por así decirlo.» Aomame le<br />

estaba agradecida por haberle transmitido ese mensaje. El sabía que ella estaba<br />

pasando por un momento difícil. Precisamente porque la consideraba un miembro de<br />

la familia, le había contado un poco de su secreto.<br />

Pero a Aomame la apesadumbraba pensar que esa estrecha relación sólo estaba<br />

ligada por una forma de violencia. «Hemos trabado este hondo sentimiento en medio<br />

de unas circunstancias peculiares por las que he infringido la Ley, he asesinado a<br />

unas cuantas personas y por ello ahora podría ser perseguida y asesinada. Pero me<br />

pregunto si habría sido posible establecer esta relación si el asesinato no se hubiera<br />

interpuesto. ¿Habríamos podido crear esos vínculos de confianza si no caminara al<br />

margen de la Ley? Probablemente sería difícil.»<br />

Mientras se tomaba un té, vio el telediario. Ya no informaban sobre la<br />

inundación en la estación de Akasaka—mitsuke. Al amanecer el agua se retiró y los<br />

metros volvieron a circular con normalidad, de modo que ya formaba parte del<br />

pasado. Y el fallecimiento del líder de Vanguardia todavía no se había dado a<br />

conocer. Sólo un puñado de gente lo sabía. Aomame se imaginó el cadáver de aquel<br />

hombre corpulento ardiendo en el incinerador a altas temperaturas. «No quedará ni<br />

un hueso», había dicho Tamaru. Todo se convertiría en humo y se disolvería en el<br />

aire de principios de otoño, independientemente de gracias divinas y sufrimientos.<br />

Aomame era capaz de imaginarse el humo y el aire.<br />

Informaron de que la autora del best setter La crisálida de aire, una chica de<br />

diecisiete años, seguía en paradero desconocido. «Hace ya más de dos meses que no

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