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TENGO<br />

No tengo nada, aparte de alma<br />

Capítulo 2<br />

Colocó el disco de la Sinfonietta de Janáček en el plato del tocadiscos y pulsó el<br />

botón de reproducción automática. Era la Orquesta Sinfónica de Chicago dirigida por<br />

Seiji Ozawa. El plato empezó a girar a una velocidad de treinta y tres revoluciones<br />

por minuto, el brazo se movió hacia el interior y la aguja siguió los surcos del disco.<br />

Tras la introducción de metales, el espléndido sonido de los timbales salió por los<br />

altavoces. Era la parte favorita de Tengo.<br />

Mientras escuchaba la música, tecleaba frente a la pantalla del ordenador.<br />

Escuchar la Sinfonietta de Jan{ček temprano por la mañana se había convertido en<br />

una costumbre diaria. Desde que la interpretó siendo percusionista sustituto en su<br />

época de bachiller, se había tornado para Tengo en una obra muy especial. Siempre<br />

le había dado ánimos y lo había protegido. Al menos, eso era lo que a él le parecía.<br />

También la había escuchado con su novia mayor que él. «No está nada mal», le<br />

había dicho ella. Pero su novia prefería los viejos discos de jazz a la música clásica. Y<br />

daba la impresión de que cuanto más viejos, mejor. Era una afición un tanto extraña<br />

para una mujer de su edad. Sobre todo le gustaba un disco en el que un joven Louis<br />

Armstrong cantaba una recopilación de blues de W.C. Handy. Barney Bigard tocaba<br />

el clarinete y Trummy Young, el trombón. Ella le había regalado el disco a Tengo,<br />

pero más que para que lo escuchara él, era para escucharlo ella.<br />

Después de hacer el amor, escuchaban el disco metidos en la cama. Ella nunca se<br />

cansaba de oírlo. «La trompeta y la voz de Louis son intachables, formidables, pero si<br />

quieres que te dé mi opinión, sobre todo deberías prestar atención al clarinete de<br />

Barney Bigard», le había dicho ella. Sin embargo, en aquel álbum, apenas había solos<br />

de Barney Bigard. Además, todos sus solos se limitaban a un chorus, ya que se trataba<br />

de un disco en el que el protagonista era Louis Armstrong. Sin embargo, ella había<br />

memorizado con mimo cada uno de los escasos solos de Bigard y siempre los<br />

tatareaba al unísono en voz baja.

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