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mismos era aplastado por los de arriba. Se podría decir que era como si les metieran<br />

los sesos en un zapa— tito diminuto. Como el tensoku.<br />

—Tensoku —preguntó Fukaeri.<br />

—Antiguamente, en China, a las niñas pequeñas les metían los pies a la fuerza<br />

en unos zapatos diminutos para que no les crecieran —le explicó Tengo.<br />

Fukaeri se imaginó la situación, sin decir nada. El profesor continuó.<br />

—El núcleo de la facción escindida, liderada por Fukada, lo seguían formando,<br />

por supuesto, los ex alumnos que habían seguido sus pasos y que imitaban a los<br />

Guardias Rojos, pero además surgieron otras personas que también deseaban<br />

incorporarse al grupo; la facción creció vertiginosamente y se hizo más numerosa de<br />

lo que podían haberse imaginado. También eran bastantes los que, abrazando la<br />

ideología, habían probado a entrar en Takashima, pero, descontentos por su<br />

funcionamiento, acabaron por sentirse desengañados. Por otra parte, había gente que<br />

aspiraba a llevar una vida comunal de tipo hippy, izquierdistas frustrados por la<br />

contienda universitaria y también gente harta de la vida mundana y que había<br />

entrado en Takashima buscando un nuevo universo espiritual. Había solteros y había<br />

quien iba acompañado de su familia, como Fukada. Aquello parecía un crisol,<br />

compuesto por miembros muy diversos. Fukada desempeñaba el papel de líder. Él<br />

era un líder nato. Como Moisés, que había liderado a los israelitas. Era inteligente,<br />

tenía labia y se le daba bien tomar decisiones. También estaba dotado de carisma.<br />

Además era corpulento. Sí, de la misma estatura que tú. Era natural que se<br />

convirtiera en la cabeza del grupo y que se siguieran sus decisiones.<br />

El profesor extendió las manos para indicar la corpulencia de aquel hombre.<br />

Fukaeri observó el espacio entre las dos manos y luego miró el cuerpo de Tengo,<br />

pero no dijo nada.<br />

—Fukada y yo teníamos personalidades y apariencias completamente diferentes.<br />

Él era un dirigente innato; yo, un lobo solitario nato. Él era un hombre de política; y<br />

yo, totalmente apolítico. Él era un hombre grande; y yo, un canijo. Él era guapo y<br />

apuesto; yo, un triste estudioso con una cabeza rara. Pero, a pesar de todo, éramos<br />

muy buenos amigos y compañeros. Nos respetábamos y confiábamos el uno en el<br />

otro. No exagero si digo que fue el mejor amigo que tuve en mi vida.<br />

El grupo liderado por Tamotsu Fukada encontró una aldea prácticamente<br />

despoblada que se ajustaba a lo que buscaban, en medio de las montañas de la<br />

prefectura de Yamanashi. No había quien sucediera en las faenas del campo a los<br />

ancianos que quedaban, que no podían ocuparse de la labranza, así que la aldea<br />

empezaba a despoblarse. Adquirieron las tierras de cultivo y las casas que allí había<br />

por un precio irrisorio. También incluían invernaderos. El ayuntamiento les concedió<br />

un subsidio con la condición de que retomaran los terrenos agrícolas preexistentes y<br />

siguieran labrándolos. Al menos durante los primeros años, se beneficiaron de

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