13.05.2013 Views

pablo.pdf

pablo.pdf

pablo.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

¿Tenía algún trabajo pendiente en la agenda de hoy? No. Era domingo, así que<br />

no trabajaba. Mentira, se equivocó. No es cierto. A las tres de la tarde tenía que ir a la<br />

Villa de los Sauces, en Azabu, y ayudar a la señora a realizar estiramientos<br />

musculares. Hacía unos días, Tamaru se había puesto en contacto con ella para<br />

preguntarle si podrían pasar el plan del viernes al domingo, ya que la señora tenía<br />

que ir al hospital a hacerse unos análisis. Se había olvidado por completo. Pero<br />

todavía le quedaban cuatro horas y media hasta las tres de la tarde. Para entonces, la<br />

jaqueca le habría desaparecido y tendría los sentidos más despiertos.<br />

Preparó café y envió varias tazas al fondo del estómago. Luego se puso boca<br />

arriba sobre la cama, desnuda, con tan sólo la toalla de baño sobre los hombros, y se<br />

pasó la mañana contemplando el techo. No le apetecía hacer nada. Sólo contemplar el<br />

techo, que no tenía nada de divertido, pero tampoco se podía quejar. El techo no<br />

estaba allí para divertir a la gente. El reloj señalaba el mediodía, pero no tenía ningún<br />

apetito. El ruido del motor de las motos y los coches volvía a resonar— le en la<br />

cabeza. Era la primera vez que sufría una resaca tan seria.<br />

Sin embargo, pese a ello, parecía que el sexo le había sentado bien. Al haber sido<br />

abrazada por un hombre, y su cuerpo desnudo haber sido observado, acariciado de<br />

arriba abajo, lamido, mordido, penetrado por un pene y haber experimentado varias<br />

veces el orgasmo, la amargura que le embargaba se había desanudado por completo.<br />

La resaca era penosa, por supuesto, pero la sensación total de liberación hacía que<br />

valiera la pena.<br />

«Pero ¿hasta cuándo voy a seguir así», pensó Aomame. «¿Hasta cuándo podré<br />

seguir así? Voy a cumplir treinta dentro de poco. Los cuarenta surgirán en breve en<br />

el horizonte.<br />

»Pero ahora no quiero seguir pensando en ese problema. Ya me ocuparé de él<br />

con calma en otro momento. Por ahora no existe ningún plazo urgente que me<br />

acucie. Para pensar seriamente en ello, ya...»<br />

En ese instante llamaron al teléfono. A oídos de Aomame, sonó con un ruido<br />

ensordecedor. Como si fuera en un tren rápido que estuviera atravesando un túnel.<br />

Se levantó despacio de la cama y agarró el aparato. El gran reloj de pared marcaba las<br />

doce y media.<br />

—¿Aomame? —dijo el interlocutor. Era una voz de mujer un poco ronca. Se<br />

trataba de Ayumi.<br />

—¿Sí? —respondió Aomame.<br />

—¿Te encuentras bien? Me has sonado como si acabara de atropellarte un<br />

autobús.<br />

—Por poco, seguramente.<br />

—¿Tienes resaca?

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!