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sirve en el futuro. Seguro que hay algo que te interesa. Si tienes ganas de reírte,<br />

incluso hay unas cuantas con las que te vas a tronchar.<br />

»Un conocido mío ha indagado sobre la Nueva Asociación para el Fomento de<br />

las Ciencias y las Artes de Japón de la que hablamos el otro día. Se fundó hace unos<br />

años, tiene licencia y realmente está en activo. Tienen oficinas y realizan los informes<br />

financieros anuales. Cada año seleccionan a unos cuantos investigadores y creadores<br />

y les conceden una subvención. Al menos eso es lo que afirman desde la asociación.<br />

No se sabe de dónde sale el dinero. Mi conocido cree sinceramente que huele a<br />

chamusquina. Es posible que se trate de una asociación fantasma creada para<br />

ahorrarse impuestos. Si investigara más a fondo, podría obtener alguna información,<br />

pero no dispongo de tiempo. En cualquier caso, como te dije el otro día por teléfono,<br />

me escama que te hayan ofrecido esa suma de tres millones a ti, que eres un<br />

completo desconocido. Debe de haber gato encerrado. No se puede descartar la<br />

posibilidad de que Vanguardia tenga algo que ver. En ese caso, significaría que se<br />

huelen que has colaborado en La crisálida de aire. De todos modos, lo más prudente es<br />

no mezclarse con esa organización.»<br />

Tengo guardó la carta de Komatsu en el sobre. ¿Por qué se habría tomado la<br />

molestia de escribirle aquella carta? Quizá lo hubiera hecho aprovechando que le<br />

enviaba las reseñas, pero aquello no era propio de él. Si tuviera algo que comentarle,<br />

podría haberlo llamado por teléfono, como siempre. Al escribirle aquella carta estaba<br />

dejando una evidencia. Era imposible que alguien precavido como él no se hubiera<br />

dado cuenta. Quizá la posibilidad de ser escuchado a través del teléfono le pareciera<br />

más peligrosa que dejar una prueba.<br />

Tengo dirigió la mirada hacia el teléfono. ¿Escuchas telefónicas? No se le había<br />

ocurrido que podrían haberle pinchado el teléfono. Pero ahora que lo pensaba, hacía<br />

una semana que nadie lo llamaba. Quizá la gente supiera que se lo habían pinchado.<br />

Era extraño que incluso su novia, a la que le encantaba llamarlo, no lo hubiera<br />

telefoneado ni una sola vez.<br />

Y eso no era todo. El viernes de la semana anterior, ella no fue a visitarlo. Nunca<br />

antes había ocurrido. Si por la circunstancia que fuera no hubiera podido ir, lo habría<br />

avisado de antemano. Normalmente se debía a que sus hijas se habían acatarrado o<br />

estaban de vacaciones, o a que de repente le había bajado la regla. Pero el viernes<br />

pasado simplemente no apareció, ni lo llamó. Tengo había preparado un almuerzo<br />

sencillo y la había esperado, pero al final se quedó plantado. Aunque quizás había<br />

surgido algún imprevisto, no era normal que no lo avisara antes o después. Con<br />

todo, él no podía llamarla.<br />

Tengo dejó de pensar en su novia y en el teléfono, se sentó a la mesa de la cocina<br />

y leyó una por una las fotocopias de las reseñas. Estaban ordenadas<br />

cronológicamente y en la parte superior izquierda tenían anotadas a bolígrafo el

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