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se negaba a pagar, lo amenazaban o lo adulaban. Si alguien ponía excusas, se<br />

enzarzaban en una discusión. A veces también los insultaban, como a perros<br />

callejeros. Evidentemente no iba a exponer aquellas historias delante de sus<br />

compañeros.<br />

En tercero de primaria, todo el mundo en clase supo que su padre era cobrador<br />

de la NHK. Quizá lo hubieran visto haciendo la ruta de cobro. Después de todo, cada<br />

domingo daba vueltas por la ciudad, detrás de su padre, desde la mañana hasta el<br />

anochecer. Era normal que lo hubieran visto (él ya estaba demasiado crecido para<br />

esconderse a la sombra de su padre). Es más, resultaba sorprendente que no lo<br />

hubieran descubierto antes.<br />

Entonces empezaron a llamarlo por el mote de «NHK». En un círculo formado<br />

por hijos de oficinistas de clase media, él tenía que pertenecer a una especie de «raza<br />

diferente», ya que muchas de las cosas que a los demás niños les resultaban normales<br />

para Tengo no lo eran. Sacaba notas excelentes y, además, se le daba bien el deporte.<br />

Era corpulento y fuerte. Incluso los profesores le tenían estima. Por eso, a pesar de<br />

ser de una «raza diferente», no se convirtió en el paria de la clase. Al contrario, era<br />

respetado. Pero si lo invitaban a ir a alguna parte o a la casa de alguien el domingo,<br />

no podía contestar. Cuando le decía a su padre «El domingo que viene han quedado<br />

en casa de un amigo», sabía desde el principio que lo ignoraría. «Lo siento. El<br />

domingo me viene mal.» No le quedaba más remedio que rehusar la invitación. A<br />

fuerza de rechazar una y otra vez, dejaron de invitarlo, naturalmente. Y de repente se<br />

dio cuenta de que siempre andaba solo, no pertenecía a ningún grupo.<br />

Pasara lo que pasara, todos los domingos tenía que hacer con su padre la ruta de<br />

cobro desde la mañana hasta la noche. Era una regla inamovible, sin margen para<br />

excepciones o alteraciones. Aunque pi— liara un catarro y no parara de toser, tuviera<br />

mucha fiebre o estuviera mal del estómago, su padre nunca tenía clemencia. En esas<br />

ocasiones, mientras caminaba tambaleándose detrás de su padre, a menudo deseaba<br />

caerse allí mismo fulminado. Así, por lo menos, su padre reflexionaría un poco sobre<br />

su comportamiento. Sobre que quizás era demasiado duro con él. Pero, por suerte o<br />

por desgracia, Tengo hacía nacido con un cuerpo robusto. Tuviera fiebre, le doliera el<br />

vientre o se sintiera mareado, siempre recorría la larga ruta con su padre, sin caerse<br />

ni desmayarse. Sin un quejido siquiera.<br />

Al terminar la guerra, el padre de Tengo regresó de Manchuria con los bolsillos<br />

vacíos. Había nacido el tercero en una familia de campesinos de Tōhoku y había<br />

cruzado el mar para ir a Manchuria con algunos de sus compañeros del pueblo,<br />

alistados en el Cuerpo de Explotación de la Región de Manchuria y de Mongolia<br />

interior. No era porque se hubieran tragado la propaganda del Gobierno, según la<br />

cual si iban a Manchuria, una especie de Arcadia de amplias y fértiles tierras,<br />

podrían llevar una vida de opulencia. Sabían bien desde el principio que las Arcadias<br />

no existían. Simplemente eran pobres y se morían de hambre. Si se quedaban en el

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