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—Si le hablas a alguien de nosotros, ocurrirá algo horrible —añadió por si acaso<br />

el de voz ronca.<br />

—¡Jo, jo! —rió el burlón.<br />

—No se lo diré a nadie —prometió la niña.<br />

Además, si se lo dijera a alguien, seguro que nadie la creería. A menudo los<br />

mayores la reprendían por expresar las ideas que le venían a la mente. Le decían que<br />

no distinguía entre la realidad y la imaginación. Ella no entendía qué era lo que hacía<br />

mal. En cualquier caso, sería mejor que no le hablara a nadie de la Little People.<br />

En cuanto la Little People desapareció y la boca de la cabra volvió a cerrarse, la<br />

niña intentó encontrar el sitio donde ellos habían escondido la crisálida de aire, pero<br />

fue incapaz de dar con él. La habían escondido muy bien. Ya podía buscar y buscar<br />

en aquel espacio tan reducido, que no la encontraría. ¿Dónde demonios la habrían<br />

escondido?<br />

A continuación, se arropó con la manta y se durmió. Fue un sueño apacible,<br />

como hacía tiempo que no tenía. No soñó ni se despertó bruscamente. Disfrutó de<br />

aquel sueño profundo.<br />

De día, la cabra permaneció muerta. Su cuerpo estaba duro y yerto; los ojos<br />

turbios parecían bolas de vidrio. Pero cuando se puso el sol y las tinieblas invadieron<br />

el almacén, sus ojos relucieron con la luz de las estrellas. Entonces, como guiada por<br />

esa luz, la boca de la cabra se abrió por completo y de ella salió la Little People. Esta<br />

vez fueron siete desde el principio.<br />

—Prosigamos con lo que estábamos haciendo anoche —dijo el Little People de<br />

voz ronca.<br />

Los otros seis manifestaron su aprobación.<br />

Los siete Little People y la niña se sentaron en círculo alrededor de la crisálida y<br />

continuaron con el trabajo. Extraían hilo blanco del aire y con él fabricaban la<br />

crisálida. Apenas hablaban; sólo se entregaban al trabajo en silencio. Al mover las<br />

manos con entusiasmo, no sentían el frío nocturno. Sin darse cuenta, el tiempo iba<br />

transcurriendo. No se hartaban ni tenían sueño. Poco a poco, pero de forma visible, la<br />

crisálida iba creciendo.<br />

—Cómo de grande la vamos a hacer —preguntó la niña cuando estaba a punto<br />

de despuntar el día. No sabía si les daría tiempo de acabarla durante los diez días<br />

que iba a estar encerrada en el almacén.<br />

—¡Todo lo grande que podamos! —respondió el Little People de voz atiplada.<br />

—En un momento determinado, se abrirá de forma natural —dijo alegre el tenor.<br />

—Y saldrá algo de ella —comentó el barítono con voz enérgica.

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