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—Significa que le estamos pidiendo algo más, aparte de su trabajo —replicó el<br />

hombre, sin sonreír siquiera.<br />

—Iba a guardar el secreto, independientemente del dinero. Forma parte de mi<br />

trabajo. Nunca he revelado información privada fuera del trabajo —dijo Aomame.<br />

Luego guardó el sobre en la bolsa de deporte—. ¿Necesitan un recibo?<br />

El rapado sacudió la cabeza.<br />

—No. Esto queda entre nosotros. No es necesario que lo declare como ingresos.<br />

Aomame asintió en silencio.<br />

—Debió de requerirle mucha fuerza —comentó el rapado, sondeándola.<br />

—Más que de costumbre —dijo ella.<br />

—Es que no es una persona normal y corriente.<br />

—Eso parece.<br />

—Es alguien irreemplazable —dijo él—. Además ha soportado esos fuertes<br />

dolores durante mucho tiempo. Por así decirlo, ha asumido todo nuestro dolor y<br />

sufrimiento. Esperamos que al menos haya podido aliviar un poco ese dolor.<br />

—Como desconozco cuál es el causante principal, no puedo afirmar nada con<br />

seguridad —dijo Aomame midiendo sus palabras—. Creo que un poco sí que lo he<br />

aliviado.<br />

El rapado asintió.<br />

—Me da la impresión de que usted también está bastante agotada.<br />

—Puede ser —dijo ella.<br />

En cuanto Aomame y el rapado hablaban, el de la coleta observaba la sala en<br />

silencio desde la silla al lado de la puerta. Su cara permanecía inmóvil; sólo sus ojos<br />

se movían. Su semblante no mostraba ningún cambio. No se sabía si la conversación<br />

entre los otros dos llegaba a sus oídos. Era solitario, taciturno y sumamente<br />

precavido. Buscaba la pequeña sombra de un caza enemigo entre las nubes. Al<br />

principio eran tan diminutos como un grano de mostaza.<br />

Después de vacilar un instante, Aomame le hizo una pregunta al rapado:<br />

—Quizá me meta en donde no me llaman, pero ¿beber café y comer sándwiches<br />

de jamón no infringe los preceptos de la organización?<br />

El rapado se dio la vuelta y miró la bandeja con la cafetera y los sándwiches<br />

sobre la mesa. Algo parecido a una sonrisa afloró a sus labios.<br />

—Los preceptos de nuestra organización no son tan estrictos. El alcohol y el<br />

tabaco sí que están prohibidos. También existen ciertas restricciones en el terreno<br />

sexual. Pero en lo que respecta a la comida tenemos relativa libertad. Normalmente<br />

sólo comemos cosas frugales, pero no existe nada en particular que nos prohíba

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