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surgido otra nueva? Como si fuera "el segundo gabinete del Gobierno de tal político".<br />

¿Cuánto tiempo habré estado durmiendo? Bueno, eso no importa», pensó Tengo. «En<br />

cualquier caso (se haya interrumpido o no), sigo teniendo una erección y no da<br />

muestras de que vaya a desaparecer. Ni Sonny y Cher, ni las multiplicaciones de<br />

números de tres cifras, ni las fórmulas matemáticas complejas sirven de nada a la<br />

hora de controlar una erección.»<br />

—No importa —dijo Fukaeri. Tenía las piernas abiertas y apretaba su sexo recién<br />

hecho contra el abdomen de Tengo. No parecía darle vergüenza—. No es malo que se<br />

ponga dura —le dijo.<br />

—Soy incapaz de moverme —dijo Tengo. Era cierto. Intentó incorporarse, pero<br />

no pudo levantar ni un dedo. Tenía sensibilidad. Percibía el peso del cuerpo de<br />

Fukaeri. También sentía aquella sólida erección. Sin embargo, notaba el cuerpo<br />

pesado y yerto, como si algo lo inmovilizara.<br />

—No necesitas moverte —dijo Fukaeri.<br />

—Sí que necesito moverme, porque es mi cuerpo.<br />

Fukaeri no dijo nada al respecto.<br />

Tengo ni siquiera estaba seguro de que lo que decía hiciera vibrar el aire en<br />

forma de voz propiamente dicha. No tenía la sensación de que los músculos que<br />

rodeaban la boca se movieran a su albedrío ni que las palabras tomaran forma. En<br />

todo caso, parecía que lo que quería decirle le llegaba a Fukaeri. Sin embargo, la<br />

comunicación entre los dos resultaba incierta, como en una conferencia telefónica con<br />

una mala conexión. Al menos Fukaeri se ahorraba tener que escuchar aquello que<br />

fuera innecesario escuchar. Tengo, no.<br />

—No te preocupes —dijo Fukaeri. Entonces fue moviendo su cuerpo lentamente<br />

hacia abajo. El significado de aquella acción era evidente. En los ojos de la chica<br />

anidaba una luz irisada que jamás había visto.<br />

Parecía imposible que el pene adulto de Tengo fuera a caber en aquel pequeño<br />

sexo recién hecho. Era demasiado grande, demasiado duro. El dolor sería enorme.<br />

Sin embargo, sin darse cuenta, ya se encontraba dentro de Fukaeri. No había ofrecido<br />

ninguna resistencia. Cuando Fukaeri introdujo el pene, no le cambió el color de la<br />

cara. Sólo su respiración se alteró un poco, y el ritmo de su pecho, subiendo y<br />

bajando, se alteró ligeramente durante cinco o seis segundos. Salvo eso, todo ocurrió<br />

de forma natural y lógica, como algo cotidiano.<br />

Ambos permanecieron quietos, Fukaeri recibiendo a Tengo profundamente y<br />

Tengo siendo recibido profundamente por Fukaeri. Él seguía sin poder moverse, y<br />

ella cerró los ojos y se quedó quieta, con el cuerpo erguido sobre Tengo como un<br />

pararrayos. Tenía la boca entreabierta y sus labios parecían moverse poco a poco,<br />

como un escarceo. Tanteaban el aire para dar forma a alguna palabra. Pero no se

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