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Aomame se quedó callada.<br />

—Me da la impresión de que usted vive guardando algo en su interior. Algo<br />

sumamente pesado. Lo he sentido desde que la conocí. Tiene una mirada fuerte y<br />

resuelta. En realidad, a mí me pasa lo mismo. Cargo con algo muy pesado. Por eso lo<br />

sé. No hay prisa, pero algún día debería sacarlo de su interior. Yo soy como una<br />

tumba y además dispongo de unas cuantas medidas realistas. Si todo va bien, igual<br />

podría serle de ayuda.<br />

Cuando el tiempo transcurrió y Aomame le confió, sin reparos, aquella historia a<br />

la señora, se abrió otra puerta en su vida.<br />

—Oye, ¿qué estás bebiendo? —le preguntó alguien al oído a Aomame. Era una<br />

voz femenina.<br />

Aomame volvió en sí, irguió la cabeza y miró a quien le había hablado. Una<br />

chica joven con el pelo recogido en una cola de caballo al estilo de los años cincuenta<br />

estaba sentada de espaldas en el taburete contiguo. Llevaba un vestido de florecillas<br />

y un pequeño bolso bandolera de Gucci colgado del hombro. Tenía las uñas bonitas,<br />

pintadas con esmalte de color rosa claro. No estaba gorda, pero tenía la cara redonda<br />

y era más bien rellenita. Su cara era realmente afable. Y el pecho grande.<br />

Aomame se sentía un poco confusa, porque no se esperaba que una voz<br />

femenina le hablara. Aquél era un lugar al que los hombres acudían a ligar con<br />

mujeres.<br />

—Un Tom Collins —dijo Aomame.<br />

—¿Está bueno?<br />

—Más o menos, pero no es muy fuerte y se puede beber a sorbos.<br />

—¿Por qué lo llamarán Tom Collins?<br />

—Pues no sé, ni idea —dijo Aomame—, Será el nombre del que lo hizo por<br />

primera vez. Aunque no me parece un descubrimiento asombroso.<br />

La chica llamó al barman agitando la mano.<br />

—Otro Tom Collins para mí —le dijo. Poco después, se lo trajeron—. ¿Te importa<br />

que me siente a tu lado? —le preguntó.<br />

—No. Está libre. —«Ya hace rato que estás sentada», pensó Aomame, pero no<br />

llegó a decírselo.<br />

—¿No tendrás una cita aquí con alguien? —le preguntó la chica.<br />

Aomame inspeccionó su cara en silencio, sin responderle. Tal vez fuera tres o<br />

cuatro años más joven que ella.

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