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categoría podría destilar. Además, en la bandolera llevaba una semiautomática dura<br />

y fría.<br />

Se puso unas pequeñas gafas de sol Ray-Ban y salió del piso. Entonces entró en<br />

el parque infantil que había frente al inmueble, caminó hasta ponerse delante del<br />

tobogán en el que había estado sentado Tengo la noche anterior y rememoró aquella<br />

escena en su cabeza. «Hace unas doce horas, el Tengo real estaba ahí —separados sólo<br />

por una calle.» Había estado allí sentado, solo y en silencio, mirando las lunas<br />

durante un rato. Las mismas dos lunas que ella miraba.<br />

A Aomame le parecía casi un milagro haber encontrado a Tengo de aquella<br />

manera. Había sido como una especie de revelación. Algo había conducido a Tengo<br />

ante ella. Y ese acontecimiento parecía haber operado un gran cambio en la<br />

constitución del cuerpo de Aomame. Desde que se había despertado, Aomame no<br />

había parado de sentir en todo el cuerpo una especie de disensión. «Apareció como<br />

salido de la nada y se marchó. No pudimos hablar, ni tocarnos, pero durante ese<br />

breve periodo de tiempo él hizo que muchas cosas en mi interior se transformaran.<br />

Agitó mi cuerpo y mi espíritu; literalmente, como si hubiera removido chocolate<br />

caliente con una cuchara. Hasta las vísceras y el útero.»<br />

Aomame se quedó allí parada durante unos cinco minutos, apoyó una mano en<br />

un peldaño del tobogán y, frunciendo un poco el ceño, golpeó ligeramente el suelo<br />

con el fino tacón de los zapatos. Se dejó invadir por la agitación de su cuerpo y de su<br />

espíritu y saboreó aquella sensación. Luego abandonó con determinación el parque<br />

infantil, salió a una gran avenida y cogió un taxi.<br />

—Primero dirígete a Yoga y luego continúa por la Ruta tres de la autopista<br />

metropolitana hasta la salida de Ikejiri —le dijo Aomame al taxista.<br />

El taxista se sintió desconcertado, naturalmente.<br />

—¿Y cuál es el destino final, señora? —dijo en un tono de voz más bien<br />

flemático.<br />

—Por ahora, la salida de Ikejiri.<br />

—Bueno, entonces se llega mucho antes si vamos directamente a Ikejiri. Si<br />

fuéramos hasta Yoga daríamos un rodeo enorme y, además, a estas horas de la<br />

mañana la Ruta 3 en dirección a Tokio está muy congestionada. Apenas se avanza.<br />

Puedo asegurárselo como que hoy es miércoles.<br />

—Me da igual si hay atasco. Me da igual, sea jueves, viernes o el día del<br />

cumpleaños del emperador. De momento, haz el favor de coger la metropolitana en<br />

Yoga. Porque si es por tiempo, tengo de sobra.<br />

El taxista tendría entre treinta y treinta y cinco años. Era delgado, de tez blanca y<br />

rostro aguileño. Parecía un prudente animal herbívoro. El mentón se le proyectaba

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