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Fukaeri volvió a clavarle la mirada en los ojos. Luego le hizo una pregunta, toda<br />

seria.<br />

—Atrae tu atención.<br />

—Sí, tengo que reconocerlo —contestó Tengo, eligiendo las palabras adecuadas.<br />

Fukaeri estiró el cuello del jersey, metió la nariz y escudriñó en el interior.<br />

Seguramente para comprobar qué ropa interior se había puesto. A continuación,<br />

observó durante un instante la cara abochornada de Tengo, como si mirara algo<br />

inusual.<br />

—Lo haré —dijo al cabo de un rato.<br />

—Gracias —contestó Tengo. Y así acabaron los preparativos.<br />

Tengo acompañó a Fukaeri hasta la estación de Shinjuku. Mucha gente caminaba<br />

sin chaqueta por la calle. Se podía ver a varias mujeres en manga corta. El murmullo<br />

de voces humanas y el ruido del tráfico formaban el característico sonido de la<br />

ciudad. Una brisa fresca de principios de verano soplaba por las calles. «¿De dónde<br />

procederá este viento que trae a Shinjuku un olor tan maravilloso?», se preguntó<br />

Tengo, perplejo.<br />

—¿Ahora vuelves a casa? —le preguntó a Fukaeri. El tren estaba lleno y llegar a<br />

casa le llevaría muchísimo tiempo.<br />

Fukaeri sacudió la cabeza.<br />

—Tenemos una habitación en Shinanomachi.<br />

—¿Es ahí donde te quedas cuando se hace tarde?<br />

—Es que Futamatao está demasiado lejos.<br />

Mientras caminaban hasta la estación, Fukaeri tomó a Tengo de la mano<br />

izquierda, igual que la última vez. Era como una niña pequeña cogiendo la mano de<br />

un adulto. Sin embargo, cuando una chica guapa como ella lo agarraba de la mano, a<br />

Tengo se le aceleraba el corazón de manera natural.<br />

Al llegar a la estación, Fukaeri le soltó la mano. Entonces, compró un billete para<br />

Shinanomachi en las máquinas de venta automática.<br />

—No te preocupes por la rueda-de-prensa —le dijo Fukaeri.<br />

—No me preocupo.<br />

—Va a salir bien.<br />

—Lo sé —dijo Tengo—. No me preocupo por nada. Claro que va a salir bien.<br />

Sin decir nada más, Fukaeri desapareció entre la multitud que se agolpaba en la<br />

zona de los torniquetes.

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