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cuando se terminaba una cara le correspondía a Tengo, naturalmente. Se acordó de<br />

aquello con añoranza. Por supuesto, no pensaba que la relación fuera a durar para<br />

siempre, pero tampoco se imaginaba que iba a terminar de manera tan brusca.<br />

Al ver a Fukaeri escuchando atentamente el disco que Kyōko Fukada había<br />

dejado, tuvo una sensación extraña. La chica estaba toda concentrada, con el ceño<br />

fruncido, y parecía que intentaba captar algo más allá de aquella música de tiempos<br />

pasados o que aguzaba la vista para descubrir alguna sombra en aquel eco.<br />

—¿Te gusta este disco?<br />

—Lo he escuchado varias veces —dijo Fukaeri—. No te importa.<br />

—Claro que no. Pero ¿no te has aburrido sola?<br />

Fukaeri sacudió ligeramente la cabeza.<br />

—He estado pensando.<br />

Tengo quería preguntarle por lo que había ocurrido entre los dos la noche<br />

anterior, en medio de aquel temporal. «¿Por qué hiciste eso ?» Él no creía que Fukaeri<br />

sintiera ninguna atracción por él, de modo que debía de haber sido un acto sin<br />

ninguna relación con el deseo sexual. En tal caso, ¿qué demonios significaba?<br />

Sin embargo, no creía que fuera a darle una respuesta aceptable si se lo<br />

preguntase cara a cara. Además, no le apetecía sacar ese tema al comienzo de aquella<br />

apacible y tranquila noche de septiembre. Aquel acto se había producido de manera<br />

subrepticia a una hora sombría en un lugar sombrío, cercados por fuertes truenos.<br />

Mencionado durante el día quizá perdería matices.<br />

—¿No tienes la regla? —le preguntó Tengo desde otro ángulo. Empezaría por<br />

algo que pudiese responder con un sí o un no.<br />

—No —contestó lacónica Fukaeri.<br />

—¿No la has tenido nunca?<br />

—Ni una sola vez.<br />

—No pretendo meterme en donde no me llaman, pero no me parece normal que<br />

con diecisiete años nunca hayas tenido la regla.<br />

Fukaeri encogió ligeramente los hombros.<br />

—¿Lo has consultado con algún médico?<br />

Fukaeri sacudió la cabeza.<br />

—Consultarlo no serviría de nada.<br />

—¿Por qué no?<br />

Fukaeri no contestó. Ni siquiera parecía haber oído la pregunta. Tal vez tuviera<br />

una válvula especial en los oídos que captaba la pertinencia o impertinencia de una

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