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—¿Ha hablado con la policía sobre la ausencia de noticias de los Fukada?<br />

—Bueno, fui a la policía local. No les hablé de Eri, pero les dije que hacía tiempo<br />

que me era imposible ponerme en contacto con unos amigos que estaban dentro de la<br />

comuna y que me preguntaba si no los tendrían retenidos. Sin embargo, en aquel<br />

momento, la policía no podía hacer nada. El terreno de Vanguardia era propiedad<br />

privada y, sin pruebas de que estuviera cometiéndose un acto delictivo, no podían<br />

poner un pie en el interior. Por más que hablara con ellos, no iban a intervenir. Y en<br />

1979 conseguir una orden de investigación era prácticamente imposible.<br />

De repente, el profesor negó varias veces con la cabeza, como si se hubiera<br />

acordado de algo.<br />

—¿Ocurrió algo en 1979? —preguntó Tengo.<br />

—Ese año, Vanguardia obtuvo la autorización de comunidad religiosa con<br />

personalidad jurídica.<br />

Tengo perdió el habla durante un instante.<br />

—¿Comunidad religiosa con personalidad jurídica?<br />

—La verdad es que resulta sorprendente —dijo el profesor—. De la noche a la<br />

mañana, Vanguardia se convirtió en «Vanguardia, comunidad religiosa con<br />

personalidad jurídica». El gobernador de la prefectura de Yamanashi les concedió<br />

una autorización oficial. Una vez que se tiene el título de comunidad religiosa con<br />

personalidad jurídica es muy difícil que la policía pueda entrar para investigar,<br />

porque amenazaría la libertad de credo garantizada por la Constitución. Además,<br />

parecía que Vanguardia había dejado a una persona encargada de los asuntos legales<br />

y estaba adoptando una posición defensiva bastante firme. La policía local no podía<br />

competir con ellos.<br />

»Yo también me quedé pasmado cuando la policía me contó lo de la comunidad<br />

religiosa con personalidad jurídica. Al principio no me lo creí, fue como si me<br />

hubieran dado una bofetada, y aun después de que me hubieran enseñado los<br />

correspondientes documentos y de haber comprobado la realidad con mis propios<br />

ojos, me costó asumirlo. Mi amistad con Fukada venía de lejos. Conocía su<br />

personalidad y su forma de ser. Como me había dedicado a la antropología cultural,<br />

mi relación con la religión no era superficial. Pero él, a diferencia de mí, era un<br />

hombre político hasta la médula, un hombre que se regía por la lógica. Más bien<br />

sentía una aversión fisiológica hacia todas las corrientes religiosas. No admitiría una<br />

autorización de comunidad religiosa con personalidad jurídica, ni siquiera por<br />

motivos estratégicos.<br />

—Además, supongo que conseguirla no resultaría nada fácil.<br />

—No necesariamente —dijo el profesor—. Se realizan numerosas pruebas de<br />

calificación y, por supuesto, es necesario pasar por complicados trámites<br />

burocráticos, pero realizando maniobras políticas por detrás, superar ese tipo de

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